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El ocaso de una Legislatura de chocolate…

Poco o nada bueno puede decirse de una Legislatura como la que está a punto de terminar en Jalisco: los olvidables diputados en turno se han distinguido por la atención prioritaria a sus redes sociales y descuidado enormemente la agenda para la cual se les eligió… a menos que la orden venga de su verdadero jefe: el Poder Ejecutivo.

En la teoría, cada uno de los poderes del Estado tiene independencia del otro. En la teoría, claro, porque, en la práctica, los diputados y los jueces siempre se han sometido al gobernador que va pasando. Y a estas alturas, eso no debería causar más sorpresa en un Estado como Jalisco… salvo que el slogan de quienes hace no mucho nos rogaron por el voto sea la refundación, el cambiar la historia o, lo que ahora buscan imponer como moda: la defensa de la Entidad.

En el Jalisco del Siglo XXI, ése que ha sobrevivido al PAN, al PRI y ahora hace lo propio con Movimiento Ciudadano, a pocos impactaría una cerrazón legislativa como la actual. Una que, con total cinismo, llama a comparecer a secretarios de Estado sólo para ponerse a sus pies y convertir un ejercicio de rendición de cuentas en una convivencia con los fans.

Y entonces, surge el verdadero problema: acostumbrarse. Resignarse a que, sin importar los emotivos discursos que nos venden cuando no son nada, una vez con el voto a su favor sus prácticas se reducirán a hacer lo mismo que los de antes; a funcionar al mismo ritmo en el mierdero que las legislaturas pasadas y la presente han construido.

Es esa memoria de mediano y largo plazo que nos empeñamos en mantener activa la que hoy ha convencido a alguno que otro funcionario con poder que la prensa, los medios, quienes opinan, son sus enemigos.

Imagínate nomás: los medios y no su verborrea. El cinismo ha llegado al extremo de culpar al mensajero y no a su horrible desempeño. Así se condujeron los de antes; así se conducen los de hoy.

A 70 días de que concluya la Legislatura 62: una de las peores que han votado en Jalisco, los antecedentes que nos heredan nuestros representantes de elección popular son, cuando menos, una prueba de mezquindad que no debe repetirse.

Esta Legislatura de chocolate se irá por la puerta de atrás, con su aval a un adeudo por seis mil 200 millones de pesos para hacer frente a la pandemia, con otro empréstito del que ya nadie se quiere acordar por cinco mil 250 millones para “inversión pública productiva” (11 mil 450 millones en suma), con una turbia selección por cuotas en el Consejo de la Judicatura, con la desaparición del Instituto Jalisciense de las Mujeres, con una comparecencia de adorno con el fiscal en la que éste reconoció que el crimen organizado está infiltrado en la Fiscalía… y no pasó nada.

Para acabar pronto, a estos tres años sólo les faltó un Enrique Aubry sentado en una curul para ganar la Consuvenia Dorada.
Y, como siempre se puede ser más lamentable, los diputados de Movimiento Ciudadano decidieron que ya no era necesario trabajar de más y no llamar a comparecer a los funcionarios del Gabinete de Desarrollo Económico.

¿Para qué querríamos los jaliscienses que nos expliquen por qué usaron parte del fondo Covid-19 en juntas en bares, restaurantes de cortes finos, cafés, bufetes, pruebas privadas para servidores públicos selectos y hasta mascarillas a la carta? Demasiada chamba, que lo haga alguien más.

Los diputados refundadores (ajá: los de MC, salvo Rosa Alba Ramírez Nachis, quien ni siquiera llegó a la votación) y un comparsa de Morena (Arturo Lemus Herrera) decidieron que ya estuvo de comparecencias y, sin argumentos, rechazaron que los funcionarios estatales nos aclararan esos gastos. Total: la mayoría de ellos iba sólo a pedir autógrafos.

El desolador panorama con el que cierra esta legislatura de rockstars del Instagram y del TikTok hereda un legado bastante sencillo para los diputados en puerta. La vara ha quedado lo bastante baja, pero no sólo para que los herederos de curules cambien el rumbo, sino para que los ciudadanos castiguen con el olvido los nombres de los muchos diputados que atendieron intereses personales por encima de los de Jalisco.

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