"El niño rico más descontrolado de México"
La pregunta no es quién es “Fofo” Márquez sino qué es “Fofo” Márquez.
Todos vimos el video: el tiktoker vino a Guadalajara a cerrar el puente atirantado Matute Remus “para demostrar lo que puede hacer el poder y el dinero”.
Sólo necesitó un auto BMW i8 de 3 mdp, un Camaro ZL1 de 2 mdp y dos Porsche Cayman de 1.7 mdp cada uno.
El llamado influencer se autoproclama “el niño rico más descontrolado de México” e incluso visitó un foro de una televisora local dos días antes de su “hazaña”.
–¿Qué vienes a hacer a Guadalajara? ¿Qué sorpresa nos traes? –le preguntó el conductor en señal abierta.
–Todo bien, se viene buen contenido –hilvanó finalmente nuestro rich kid tras soltar borucas que pasarían perfectamente por “idioma alienígena”.
“Fofito” suma millones de seguidores en Instagram, Tiktok, Facebook, Youtube, Vibox (una red en donde los influencers te cobran por mandarte saludos personalizados) y Twitch (una plataforma de streaming para gamers).
Ahora, ¿en verdad tiene tanto dinero? ¿En qué trabaja? ¿Qué hacen sus padres para darle ese estilo de vida? Primero habría que aclarar que todas estas preguntas carecen de sentido porque “Fofo” Márquez no existe.
Ser famoso, dijo alguien, consiste en ser tratado como objeto. Y “Fofito” es la construcción, más o menos verosímil, de una fantasía de estatus, gloria instantánea y riqueza ilimitada a la que aspiran millones de jóvenes en redes sociales.
Si uno observa más atentamente, descubre que las publicaciones de “Fofito” ofrecen el mismo correo de contacto que otros influencers como Domingo, un celebrity cuyo eslogan consiste en vivir “como si todos los días fueran domingo” (tiene cinco millones de fans en Facebook).
Se trata, entonces, de una gestión profesional de marca. En las redes de “Fofo” hay dos constantes: los autos de lujo y el champán Moët & Chandon, y Dom Pérignon. El logo oficial de “Fofo” imita la silueta de esta última marca de champán. Al final de su visita a Guadalajara, “Fofo” pide una botella de Dom Pérignon Luminoso de 19 mil pesos. Queda claro quiénes son sus patrocinadores.
Se trata de la masificación virtual del fenómeno Paris Hilton, pero perfeccionado y acotado por nichos: millones de adolescentes pegados al celular. La única diferencia es que la socialité es millonaria mientras que estos influencers crean la ilusión de que son millonarios; funcionan, si acaso, como “objetos” de un negocio millonario.
El tiktoker logró lo que se proponía: nos puso a hablar de él y de refilón de la Policía Vial de Jalisco cuya notoria ausencia se agravó cuando al siguiente día, sin dinero ni autos de lujo, un enjambre de motociclistas bloqueó de nuevo el puente Matute Remus (a tal grado que ya lo ofrecen en renta para bodas, quince años y bautizos).