Ideas

“El mundo fifí”

Acabo de ver en Youtube una entrevista sobre un libro que trata la figura de Salvador Novo; el entrevistado, un sujeto que a mi juicio entendía muy bien la materia de que hablaba, se llama Luis Felipe Fabre y que usted, si lo desea, puede escuchar bajo el título de “Escribir con caca”, tal como la obra a que aludían. A mí me gustó y a mi parecer desarrolló muy bien su tema, del que hoy tomo algunas ideas para nuestra charla semanal y digo que uso lateralmente, porque no es Novo ni su mundo ni su obra la que me interesa comentar, sino una cuestión que simplemente menciona: los fifís, termino que al parecer gusta ser usado por nuestro primer mandatario, al que yo debo declarar nunca he escuchado directamente y del que solo conozco por referencias, de manera que no sé en qué términos lo emplea.

Algunos diccionarios mencionan que la palabra aparece en Mademosielle Fifi, de Guy de Maupassant (al que yo nunca he leído). Del término dice se trata de virtudes y atributos afeminados, y mencionan que en un libro de las malas palabras de Rius se define como afeminado. En el diccionario Oxford se establece como “persona que tiene modales delicados y exagerados”.

Pero, sea como sea, el autor del tema que mencioné, narra otra interpretación del término que me parece más interesante.

Cuenta Fabre que Salvador Novo tuvo conflictos con muchos autores y personajes, entre los que se contaba Diego Rivera, quien pertenecía al Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios de México y que con José Clemente Orozco publicaban como órgano del colectivo un periódico llamado El Machete, en donde aparecía en terminó fifí, y resulta interesante porque Novo, a quien siempre se ha considerado como persona muy talentosa, utilizaba sus habilidades poéticas para burlarse de sus adversarios. Prueba de ello es que rebautizó la publicación del sindicato que ya mencioné como el machote y dedicó a Rivera, que en aquel entonces era considerado como el más grande artista mexicano del momento, con todo lo que en este país significa eso, que no era para nada sencillo hacerlo y le dedicó unos versos que nominó “La diegada”, que yo no conocía y que dicen:

Marchose a Rusia el genio pintoresco
a sus hijas dejando -si podría
hijas llamarse a quienes son grotesco
engendro de hipopótamo y arpía.

Ella necesitaba su refresco
y para procurárselo pedía 
que le repiquetearan el gregüesco 
con dedo, poste, plátano o bujía.

Simbólicos tamales obsequiaba 
en su cursi semanaria fiesta
y en lúbricos deseos desmayaba.

Pero bien pronto, al comprender que esta
consolación estéril resultaba
le agarró la palabra a Jorge Cuesta.

Cosas de los tiempos, pero visto desde ahora lo cierto es que no había en ese trato o rivalidad consideración alguna y el pintor debió haberse insultado mucho y debió haber actuado en consecuencia.

@enrigue_zuloaga

Síguenos en

Temas

Sigue navegando