El legado de Alejandro Martí
Seguramente el dolor y la pena que le causó el secuestro y muerte de su hijo de 14 años en junio de 2008, pero más aún por la irritación y rabia que le provocó tanta ineficiencia y complicidad de los responsables de dar seguridad e impartir justicia en México, fue lo que degeneró en la prematura muerte del empresario Alejandro Martí ayer a los 73 años.
Desde que pese a pagar el millonario rescate en dólares que le exigió la banda de Los Petricholet encontró a su hijo muerto en la cajuela de un auto en la Ciudad de México, el dueño de la cadena de tiendas de artículos deportivos Martí y de los gimnasios Sport City se convirtió en uno de los más influyentes activistas en materia de seguridad, y desde la organización México S.O.S. que fundó, empujó una reforma penal y un nuevo modelo de justicia que nunca terminó de implementarse del todo por los obstáculos de una enraizada trama de corrupción e impunidad en nuestro sistema de justicia.
Fue tanto el impacto y la indignación social que causó la muerte de este chico por el alcance del activismo y las protestas de Martí, que fue invitado por el entonces Presidente Felipe Calderón a intervenir como invitado especial en la XXIII sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública ese mismo año, en donde llamó a los funcionarios encargados de la seguridad pública del gobierno federal, de las entidades de la República y de los municipios a dejar el cargo si no podían con el paquete, haciendo célebre aquella frase del “Si no pueden, ¡renuncien!”
“Señores”, clamó Martí con la voz entrecortada por el dolor y la indignación del luto por su hijo, “si piensan que la vara es muy alta e imposible hacerlo, si no pueden, renuncien, pero no sigan ocupando oficinas de Gobierno y recibiendo un sueldo, porque no hacer nada también es corrupción. En nuestro país hay jóvenes que requieren el trabajo de ustedes y estarían gustosos, con todo el entusiasmo de gente limpia y no maleada de hacer el trabajo que ustedes no están haciendo”.
Además del Presidente Calderón, oyendo este reclamo estaban todos los gobernadores del país, alcaldes, los integrantes del gabinete de seguridad, procuradores y jefes policiales de aquel momento.
Tras años de lucha Martí logró que todavía en septiembre del año pasado, más de 15 años después del secuestro y asesinato de su hijo, condenaran a Abel Silva, líder de los secuestradores, con 384 años de prisión, fue el tercero de 14 detenidos apenas con sentencia.
Lo que nunca pudo ver antes de su muerte fue una disminución de la violencia en el país. Todo lo contrario luego de que la grave crisis de inseguridad y violencia que se vivía en el país desde aquel entonces, fue empeorando con el priista Enrique Peña Nieto y más con Andrés Manuel López Obrador.
Pese a que nunca pudieron pacificar al país como prometieron, a nunca nadie, a ningún funcionario de seguridad de estos gobiernos vio renunciar como fue su exigencia en 2008, pero deja como legado haber levantado la voz como nadie para denunciar las negligencias del poder en el combate a la inseguridad y la violencia, y haber trabajado sin descanso desde fuera del Gobierno, por buscar soluciones.
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