El juego… ¿del hombre?
Bautizado por el finado cronista deportivo Ángel Fernández, como: “el juego del hombre”, históricamente el fútbol ha sido coto de hombres, repelente a la inclusión de las mujeres.
No obstante el furor provocado por aquel primer Mundial femenil, de carácter no oficial, celebrado en México en 1971, con el broche de oro de la final entre México y la campeona Dinamarca con un Estadio Azteca a tope, el balompié femenino en México ha debido recorrer un camino lleno de obstáculos.
En 2004, por citar un ejemplo, Virginia Tovar vio cortado con rapidez su paso en el arbitraje, bloqueada por el misógino argumento de la FMF de que “la aceptación de una mujer en el fútbol mexicano, es difícil”.
Salir del ostracismo en el fútbol mexicano ha sido para las mujeres una larga y ardua lucha. El menosprecio de los federativos hacia las futbolistas ha llegado a ser hasta insultante, como cuando obligaron a las seleccionadas a devolver las maletas, en cuanto arribaron al aeropuerto tras disputar el Mundial femenil Rusia 2006.
Sin contar con una Liga con adecuada infraestructura para el efectivo desarrollo del balompié femenil, durante años las futbolistas mexicanas se vieron limitadas a reducida órbita de las selecciones que dirigía Leonardo Cuéllar. Por fin pareció que en 2017 se les hacía justicia con la creación de la Liga MX femenil, cuyo primer torneo culminó a tambor batiente con la coronación del Guadalajara femenil en un estadio Chivas pletórico.
Pese a que en tan sólo tres torneos las futbolistas han demostrado que la calidad de la Liga progresa a grandes pasos, esto no ocurre con la mentalidad de algunos directivos que se quejan de no poder sostener a sus equipos femeniles, poniendo así en riesgo la estabilidad de la Liga y amenazando con su disolución.
Es sabido que en México prevalecen, y hasta se incrementan, las condiciones de desigualdad laboral para las mujeres, quienes perciben menor salario en comparación con los hombres y tienen menos oportunidades de empleo, sobre todo en ocupaciones consideradas “masculinas”. El fútbol mexicano reproduce los prejuicios discriminatorios ya existentes en la sociedad, y además lo hace desde un sexismo exacerbado que sugiere que el fútbol practicado por las mujeres no es viable a nivel profesional.
En este contexto, la mera insinuación de eliminar la Liga MX femenil resulta lamentable, no sólo porque implicaría cerrar una naciente y prometedora fuente de empleo ya de por sí restrictiva para jugadoras mayores de 25 años, sino porque apunta a levantar un cerco para excluir a las mujeres del fútbol profesional mexicano.