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El juego de poder entre Gobierno y Universidad

¿A dónde conduce la manifestación que organiza la Universidad de Guadalajara para este jueves 26 de mayo? Para la que se presume que será la “marcha más grande en la historia de Jalisco”, están un poco perdidos los objetivos. Si en la cúpula universitaria sus reclamos y los motivos de la movilización son claros, no lo son, sin embargo, para la población jalisciense. Se trata, evidentemente, de un conflicto político entre dos grupos de poder perfectamente delimitados, pero el contenido social que siempre acompaña a los actos de la Universidad, se halla un tanto desdibujado.

¿Qué será más importante comprobar el día de la multitudinaria protesta: la cantidad de participantes o si son justificadas las demandas universitarias?

Desde este espacio, consulté con algunos miembros del Consejo de Rectores. Si es posible sintetizar su propósito, podría decirse que desde su perspectiva, el grupo político en el Gobierno estatal y que tiene por líder al mandatario Enrique Alfaro Ramírez, ha tomado también el control del Congreso estatal y del Poder Judicial, y ahora se proponen controlar a la Universidad.

Es una lectura simple. Quizá hasta superficial, pero en términos de golpe de autoridad, realmente es lo que está en juego.

¿Cuál es la razón que mueve a los universitarios, al menos tal y como lo han expresado? Aseguran que el actual Gobierno de Jalisco es el primero que les reduce, porcentualmente, el presupuesto para la institución, es la administración que menor cantidad de recursos les ha asignado en la última década.

Dicho lo anterior, palidecen los famosos 140 millones de pesos que le fueron retirados al Museo de Ciencias Ambientales para destinarlos a la edificación del Hospital Civil de Oriente, en Tonalá.

El choque no es nuevo. Desde hace más de tres décadas han intentado vencer al Grupo Universidad tres gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN), consecutivamente. Después, con la alternancia que le regresó al Revolucionario Institucional (PRI) la gubernatura en la persona de Jorge Aristóteles Sandoval, las rispideces se redujeron tanto que hasta un numeroso grupo de figuras públicas universitarias consolidó un pacto político con Movimiento Ciudadano, que incluso los llevó a ocupar curules en la Cámara de Diputados y el Congreso estatal, además de varios puestos destacados en gobiernos municipales.

¿Lo que no lograron desde 1995 los gobiernos sucesivos de Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, lo conseguirá esta administración? La historia y las circunstancias actuales adelantan un tajante no.

Pero se están cruzando líneas que alertan: manifestaciones frente a la casa de Raúl Padilla y a la entrada del fraccionamiento donde vive el rector Ricardo Villanueva, como sucedió el lunes, pueden alimentar una corriente de violencia.

Si la Universidad quiere tener éxito en su misión, la movilización del día 26 deberá ser tal como lo anunció, tan multitudinaria como no se haya visto nunca, pero también es indispensable que sea pacífica. Que no haya violencia.

Después de eso, el presionado será el Gobierno estatal, pero muy difícilmente se añadirán recursos económicos al presupuesto universitario. Para que eso suceda, tendría que participar un tercer actor que necesariamente sería nacional; y no se ve por ahora al Presidente de la República interviniendo en favor del Grupo Universidad. 

Lo peor que puede pasar es que las cosas salgan de cauce. Que haya violencia. Perderían todos: Gobierno estatal, Universidad y el Estado.
 

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