“El impacto noticioso”
No sé si a mi solitario lector le pasa lo que a mí, que ya parece que las noticias por exageradas y dramáticas que sean parecen no tener efecto, pocas cosas publicadas parecen quitarnos el hambre, es más, a mí las noticias de hechos graves me dan más hambre y digo cosas graves porque los excesos de los gobernantes son tan seguidos que no afectan y serían desilusionantes sólo si usted esperaba algo de ellos, lo cual en mi caso no ha sucedido ya que, eliminando a los líderes de los grupos originarios cuyas vidas no conozco, creo firmemente que todos, absolutamente todos, los sesenta y tres virreyes, los sesenta y cinco presidentes, los dos emperadores y los miembros de las juntas de notables han sido dañeros para la población.
Y no crea que es insensibilidad del suscrito, es cierto que de donde vengo la vida no es fácil, baste dar como prueba que en La Resolana se montan y ensillan los toros bravos, lo que no es poca cosa y no lo he visto en otro lugar, así que no es costumbre la calma seráfica.
Sin embargo, en extranjía pasan cosas que hacen que creamos en la bondad humana que tal vez debe hacernos más crédulos, verán ustedes: Salvatore Garau es un artista italiano que saltó a la fama periodística, desde luego que los artistas son en su inmensa mayoría víctimas de la incomprensión de personas juzgadas por personas que no los entienden ni pretenden entenderlos y menos aún tratándose de artistas singulares como éste, que creó y puso en venta una escultura invisible y no nada más invisible sino que como era bastante brumosa requería que el eventual adquirente, además de tener marmaja y querer gastársela en eso, dispusiese de un espacio de exhibición suficiente para que la obra a adquirir se exhibiese con amplitud, ya que el autor quería que luciera y que no se mirara apretada. Con lo difícil que es vender una obra de arte que, sabemos, los únicos que compran son los políticos con dinero público, pero tienen fama de que para hacerlo cobran comisión y por eso tenemos que sufrir una serie de esculturas de muy dudoso valor. Así que muchísimas personas dudaban que nuestro amigo lograra colocar su obra y menos cuando se supo que su escultura invisible costaba nada más y nada menos que quince mil euros y de riguroso contado.
Personas que conocían la historia del rey desnudo, atribuida a Hans Christian Andersen, quien por 1837 la escribió -aunque siempre lo han acusado de haberla tomado del Conde Lucanor- se sorprendieron por una escultura invisible, pero el autor la justificó diciendo que era energía que existe en el vacío. El hecho es que siguiendo el principio de que no hay pendejada sin seguidores, la vendió a uno que tenía dinero y espacio para exponerla.
Ahí no para el baile, porque un artista de Florida lo demandó por robarle la idea, ya que el norteamericano había exhibido en 2016 su obra invisible llamada “Nothing”. Qué tal.
@enrigue_zuloaga