El hombre al que nadie quería vivo
Sergio Carmona Angulo solía decir: “Yo le doy a todos, porque si un día me agarran, me los llevo a todos”. Carmona Angulo, formalmente empresario, que hizo su fortuna con el huachicol, financiero de líderes de partidos políticos de todos los colores y mecenas de Morena, ya no tuvo tiempo de cumplir la advertencia. La tarde del 22 de noviembre pasado, mientras se cortaba el pelo en una barbería en San Pedro Garza García, el municipio más rico per cápita del país en los suburbios de Monterrey, fue asesinado. Seis meses después sigue vivo, metafóricamente hablando, porque la elección para gobernador este domingo en Tamaulipas, no puede explicarse sin la historia de su vida.
Las autoridades neoleonesas han establecido tres líneas de investigación sobre el asesinato que mantienen en secreto, de acuerdo con personas que conocen de primera mano el caso. Y no es para menos. La primera hipótesis es que lo asesinó el Gobierno federal; la segunda es que el crimen tiene autoría intelectual en el Gobierno tamaulipeco; y la tercera, que fue víctima de uno de sus socios, para quedarse con todo el negocio. No es difícil conjeturar que las dos primeras líneas de investigación no llegarán a ninguna parte, pese a que es difícil, aunque no imposible, pensar que un crimen tan perfecto como impecablemente ejecutado en un municipio muy vigilado por la policía, haya sido realizado por una persona sin cobertura.
Carmona Angulo era también persona de interés de las agencias policiales en Estados Unidos, que habían abierto indagatorias desde hace más de dos años en seguimiento de este personaje que veían como el eje de toda una maquinaria político-electoral de Morena y el PAN en un estado “ante las cada vez más contundentes evidencias de la posible intromisión y financiamiento ilegal por parte de organizaciones del crimen organizado”, como reveló una reciente investigación de Eje central.
Personas que lo conocieron revelaron que Carmona Angulo ya había tenido conversaciones informales a distancia con las agencias. Primero con el FBI, en una oficina regional en el sur de Texas, y después con la DEA, en Washington. Estaban trabajando la posibilidad de hacerlo testigo protegido, para que, como apuntó Ejecentral, aportara detalles de la probable vinculación de políticos, funcionarios, legisladores y empresarios con la delincuencia organizada, que involucra a los dos principales candidatos a la gubernatura, Américo Villareal, de Morena, y César Augusto Verástegui, de la alianza PAN-PRI-PRD, además del gobernador Francisco Javier Cabeza de Vaca.
La política tamaulipeca es como un enjambre donde la abeja reina era Carmona, quien de ser abogado de Pemex en Ciudad Madero, dedicado al pago y negociación de pensiones, fue creciendo de la mano del entonces alcalde de Reynosa, García Cabeza de Vaca, y su colaborador, Víctor Manuel Sáenz, que hasta el 2019 fue jefe de la Oficina del ya gobernador tamaulipeco, con quien comenzó a hacer trabajos de construcción. La ruptura entre Carmona y García Cabeza de Vaca se dio cuando el gobierno estatal se negó a pagarle unos 200 millones de pesos invertidos en la construcción del nuevo hospital civil de Ciudad Madero. Carmona Angulo, señalaron personas que lo conocieron, decidió cambiar de bando y comenzar a financiar a Morena.
Como apuntó el columnista de El Universal, Salvador García Soto, en febrero, Carmona Angulo inyectó 500 millones de pesos aproximadamente el año pasado para las campañas de candidatos de Morena a las gubernaturas en Nuevo León –donde puso el 20% de ese total–, Nayarit, Michoacán, Zacatecas, Nayarit, Campeche, Sinaloa, Tamaulipas (donde también financió para presidencias municipales y alcaldías) y las dos Baja California, principalmente en la norte. A cambio de inyectar recursos a las campañas, pedía que le dieran obra pública, aunque en Sinaloa puso como condición de que Américo Villarreal fuera el delgado de Morena durante el proceso electoral.
La negociación la llevó a cabo Mario Delgado, el líder nacional de Morena, a quien Carmona Angulo le había financiado su campaña nacional para la presidencia del partido en 2020, tras haber todo con García Cabeza de Vaca. El vínculo con Delgado lo estableció Erasmo González, diputado por Madero y presidente la poderosa Comisión de Presupuesto del Congreso, quien era conocido entre los tamaulipecos como publirrelacionista del controvertido personaje.
Previamente a su traición, como consideran en el círculo del gobernador el cambio de bando de Carmona Angulo, financió a Verástegui, de acuerdo con las investigaciones de la DEA, quien ha sido relacionado como presunto enlace entre el gobernador y varios jefes de grupos criminales, en particular con Francisco Carreón, “Pancho Carreón”, jefe regional de Los Zetas, quien hasta que fue abatido por la Marina durante un operativo en 2017, tenía el control en el centro y el sur de Tamaulipas.
Carmona Angulo tenía una información privilegiada para la DEA sobre la penetración del narcotráfico en Tamaulipas y la forma como Morena, principalmente, fue infiltrada por el crimen organizado. La DEA lo perdió como testigo protegido, pero recibió a su hermano Julio César, quien viajó a Estados Unidos dos días después del asesinato de Sergio, para ingresar al programa de protección de testigos. También conoce el entramado de la narcopolítica en Tamaulipas, y las relaciones con todos personajes nacionales que había construido su hermano.
El asesinato de Carmona Angulo, quien quiera haya o hayan sido los autores intelectuales, no detendrá la avalancha que provocó. Hombre que se sabía muy poderoso, también sentía que tenía un escudo de impunidad merced a sus redes de relaciones políticas-empresariales y criminales que armó, principalmente, en los últimos cuatro años, particularmente en el negocio del combustible, donde se especializó en el huachicol invertido: no exportaba combustible robado, sino facilitaba su importación de contrabando, en una operación con ganancias por miles de millones de dólares.
Carmona Angulo cometió el gran error de hablar demasiado. Su indiscreción probablemente causó su muerte. Con tanta información que estaba diseminando, nadie lo quería vivo. La elección para gobernador en Tamaulipas lo revivió, y sus consecuencias lo harán un personaje inmortal.
Raymundo Riva Palacio
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