El gobernador con Loret
¿Se perdieron la entrevista? Se las resumo: ¿Cabeza de oposición en el país? No me eligieron para eso, yo estoy en lo mío, que es gobernar Jalisco. ¿Conflicto con el gobierno federal? Ya pude ir a Los Pinos y él está en lo suyo y yo en lo mío. ¿Ejecuciones en el estado? Es cosa de que se matan entre malos, yo estoy en lo mío, que son los robos y ahí sí hay reducción. ¿Crimen organizado? Pues hay que ver lo que hacen las instancias federales, yo estoy en lo mío (que son los robos, ya sabíamos). ¿Conflicto de interés al acudir al partido de básquetbol? No, todo lícito, y yo estaba en lo mío, con mi dinerito.
Naturalmente lo estoy parafraseando y los responsables de comunicación gritarán de inmediato que no dijo eso el gobernador, que cuánta malinformación y malaleche, pero les aseguro que de malaleche nada primero porque estoy de acuerdo con el gobernador y segundo porque no podrán negar que Alfaro se hizo ligeramente a un lado (así, con garbo) en el tema de ejecuciones, crimen organizado, oposición ideológica a Morena, competencias… y al no negarlo podrán constatar, como yo, que lo hizo bien, con argumentos sólidos y sin faltar a la verdad.
Porque el gobernador tiene toda la razón. Él está en lo suyo, no le toca más, puede entregar cuentas de lo que sí le corresponde y sobre lo demás que le esculquen. No le falta razón, no carece de pragmatismo y además no falta a la verdad. Pero la verdad, la verdad, es que qué triste y qué poquita cosa.
Primero, porque se espera mucho más de un político con su fuerza en un contexto de debilitamiento del sistema de partidos y de dependencia de otros gobernadores a esquemas partidistas nacionales. Él no está sujeto a esas condiciones.
Segundo, porque su responsabilidad en el estado no es tan limitada y sus resultados aún en el espacio acotado dejan mucho qué desear en gobernabilidad, gobernanza y política pública. En las dos primeras tiene problemas con su noción de adversarios.
Y tercero, porque su ruta confunde. Su discurso de responsabilidad limitada está salpicado de anhelos contradictorios. No quiere ser cómplice, dice, pero no le toca, entendemos. Quiere respeto al Estado y al pacto federal, asegura, pero después de saber cómo viene el presupuesto, entendemos (y lo aprobamos). No fue elegido para oponerse, dice, pero ahí no entendemos por qué no concibe su gobierno como una huella que distinga a su partido -y a él mismo- de otras agrupaciones políticas.
Sólo va a gobernar Jalisco y esto está bien (ya vimos al Bronco y a Fox desentenderse de sus estados), pero si lo va a hacer con la bandera grandilocuente de la transformación histórica ¿por qué no usar eso como ariete ideológico para contrastar con otras propuestas partidistas? ¿Por qué no buscar que ese gobierno tenga, primero, mejores resultados, mejor manejo político interno, y luego especificidad y contornos que lo distingan positivamente de otras formas de gobierno en el país? ¿Por qué no, gobernador?