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El futuro del sedán depende de las mujeres

Cuando Ford puso equipo de lujo en una Explorer en 1990, estaba llevando a las ciudades un tipo de vehículo antes usado casi exclusivamente en zonas rurales. Más que esto, sin embargo, estaba diseñando sin querer el futuro del automóvil, creando un hábito de compra que se volvería cada día mayor, al punto de amenazar la sobrevivencia de segmentos históricos como cupés, hatchbacks compactos y hasta de los aparentemente inmortales sedanes. Porque hoy en día, todo lo que el público quiere son camionetas, llámese SUV o crossover. ¿Cierto? No estoy tan seguro.

Todos fuimos niños algún día y sabemos el efecto que tiene una gran caja de regalos en Navidad. Mientras mayor, mejor. Incluso cuando algunos presentes puedan ser más costosos, si son más chicos, no producen la misma emoción. Esto pudiera parecer algo que solo afecta a los niños, ya que una vez que crecemos un poco pensamos más en el precio del regalo que en el tamaño de la caja, pero es un hecho que sigue siendo importante la dimensión exterior. Es justo esto lo que nos hace aceptar que una camioneta cueste más que un coche, aunque con frecuencia su costo de producción sea menor que el de un sedán, por ejemplo.

Hay dos formas de ganar dinero con un auto, como de hecho con cualquier producto. La primera es por precio y la segunda por volumen. Cuando ambas se juntan, es la gloria para cualquier fabricante y ese es el caso de las grandes pickups estadounidenses, que según un reporte de CNN Money son los tres vehículos de mayor margen de utilidad en toda la historia de la industria automotriz con Ford F-150 en primer lugar, Chevrolet Silverado en segundo y Ram en tercero.

Lujo, margen y el comportamiento femenino

La forma en la que la gente acepta pagar por el lujo es otra de las mayores fuentes de ingreso de los fabricantes. Un coche con logotipo de Mercedes-Benz o BMW, por ejemplo,  deja mucho más utilidad a sus productos que un Accord a Honda, aunque éste se venda en un volumen mucho mayor.

Pero la ecuación ideal para los fabricantes son las SUV, mucho más las de lujo. Con un costo de producción igual o inferior al de un auto -por la menor precisión con que frecuentemente son construidas- las SUV o crossovers dejan mucho más dinero en los cofres de la cadena de producción y distribución de un vehículo que los sedán o hatchback, por lo que es apenas natural pensar si realmente el aumento cada vez más fuerte en las ventas de éstas es realmente impulsado por la demanda o por los esfuerzos de mercadotecnia de las marcas.

El hecho es que, sea por nuestra voluntad o no, las camionetas están conquistando a todos los mercados, incluyendo antiguos bastiones de los sedanes, como Europa. Y como no les conviene a las marcas parar esta fiebre, de hecho hacen todo para contagiarnos, la única salida posible para esto será la mujer. Porque cuando ella sienta que andar en una camioneta la encasilla como ama de casa, pasará con las SUV lo mismo que pasó con las guayín y las miniván: se condenarán a un nicho. Por lo que sí, por más irónico que parezca, el futuro de los sedanes probablemente depende de la mujer.

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