El fracaso Lozoya
Año y medio después de simulaciones, a la Fiscalía General de la República (FGR) no le quedó de otra que pedir 39 años de cárcel para Emilio Lozoya Austin por el caso Odebrecht.
En la denuncia contra el ex director de Pemex, la FGR finalmente planteó al juez aplicar una condena de 15 años por lavado de dinero, 14 años por cohecho y 10 más por asociación delictuosa. También se piden 25 años de prisión contra su madre, Hilda Margarita Austin Solís, por lavado de dinero y asociación delictuosa, ya que supuestamente su hijo ponía parte del dinero de los sobornos que le daba la constructora brasileña en sus cuentas bancarias.
Lo primero que habrá que ver es si efectivamente los expedientes de la FGR acreditan estos delitos ante el Poder Judicial y no les pasa lo que les sucedió con el propio Lozoya, que en 18 meses nunca pudo respaldar sus acusaciones contra quienes fueron sus superiores jerárquicos, el ex Presidente Enrique Peña Nieto, y el ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray, a quienes culpaba de ordenarle repartir los casi 11 millones de dólares que recibió como soborno de la empresa brasileña Odebrecht a cambio de obras en Pemex. Una parte, dijo en su declaración a la Fiscalía, habría sido para la campaña de Peña Nieto y otra para sobornar a diputados opositores para hacer el Pacto por México y aprobar la reforma energética. Ahí incluso señala al ex candidato panista a la presidencia, Ricardo Anaya, y al ex presidente Felipe Calderón.
Así, el famoso criterio de oportunidad que le permitió durante 16 meses no pisar la cárcel nunca rindió frutos para llevar a la detención de otros peces gordos, lo que dejó muy mal parada a la FGR y a su titular, Alejandro Gertz Manero.
No podía ser de otra forma. El caso Lozoya olía mal desde el inicio por toda la serie de contradicciones y titubeos que se dieron en el primer círculo de poder del gobierno de la 4T tras su extradición pactada de España, y que reveló la justicia selectiva y desigual desplegada, así como el uso político-electoral de la FGR. El colmo y la reacción tardía de Gertz Manero se dio por toda la irritación social que causó ver en septiembre pasado a Lozoya Austin cenando pato a todo lujo en el restaurante Hunan de Las Lomas, en la Ciudad de México.
Además de que Lozoya logró con la figura del testigo protegido dilatar y obstaculizar el proceso en su contra, abre nuevamente las sospechas de que entre el gobierno de la 4T y el anterior gobierno priista de Enrique Peña Nieto exista una especie de pacto de impunidad.
Lo dicho, este caso no sólo es un nuevo revés para la FGR de Gertz Manero, sino para todo el gobierno de la 4T, empezando por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya principal bandera política del combate a la corrupción queda sólo en el discurso y empieza a ser evidente en su administración en muchas dependencias.
jbarrera4r@gmail.com