El fin de una época
La muerte de Raúl Padilla López (RPL) representa el triste y dramático fin de una época universitaria. Como ex líder estudiantil, ex funcionario y ex rector universitario, y como promotor de diversos proyectos de expansión y diversificación de la influencia intelectual, política y cultural de la UdeG, Raúl jugó un papel destacado y, en más de un sentido, irremplazable.
Más allá de las razones y circunstancias que lo llevaron a tomar su mortal decisión, la trayectoria de RPL ilumina las zonas oscuras, grises y luminosas no sólo de una institución universitaria, sino también del contexto social y político jalisciense de la época que le tocó vivir. La capacidad de identificar e impulsar grandes proyectos académicos y culturales, como la reforma que dio origen a la red universitaria de la UdeG, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara o la construcción del Centro Cultural Universitario, significaron la conjunción de ideas y poder, de política y gestión, de la combinación de imaginación, voluntad e interés.
Esos conjuntos de polinomios intelectuales y políticos ayudan a explicar la enorme influencia de RPL en la UdeG y en la vida política estatal y, de alguna manera, en la atmósfera intelectual y política nacional.
Entre 1989 y 2023, Raúl construyó una densa e intrincada red de alianzas con personalidades y grupos internos y externos a la universidad. Aunque luego de ser rector universitario logró alcanzar una diputación local en el congreso de Jalisco por el PRD (1995-1998), sus aspiraciones políticas, personales e institucionales se concentraron en el impulso o consolidación de los grandes proyectos culturales que apoyó antes, durante y después de su paso por la rectoría universitaria.
Esto le permitió colocarse como el centro simbólico y fáctico de equilibrios entre grupos de poder, personalidades y facciones pertenecientes a muy distintos campos de la acción institucional y política de Guadalajara y de Jalisco.
Las tensiones, pleitos y conflictos que se acumularon, se disiparon o se recrudecieron a lo largo de su trayectoria son legendarios. El rompimiento del grupo liderado por Álvaro Ramírez Ladewig en 1990 a raíz de sus decisiones como rector de la UdeG, sus enfrentamientos y tensiones con los tres gobernadores del largo ciclo del panismo en Jalisco (1994-2013), las relaciones de cooperación que estableció con el gobernador Aristóteles Sandoval, del PRI, durante el ciclo 2013-2018, y la conflictividad latente con el actual gobernador Alfaro Ramírez desde 2021, marcaron las huellas de la política y el conflicto de la influencia de RPL en Jalisco.
Muchas voces universitarias apoyaron abiertamente o con reservas la gestión y el papel de Raúl en la vida política institucional. Para alguien que tenía la claridad política de que los grandes proyectos son inviables sin poder, la acumulación y legitimación de ese poder se convirtió en su moneda estratégica para persuadir, argumentar y convencer a muchos de apoyar causas y proyectos diversos.
Su capacidad de trabajo partía siempre de una ética que combinó el cálculo y el riesgo, la virtud y la fortuna, la incertidumbre y la certeza. Por supuesto, también tuvo, tiene y tendrá sus detractores y críticos, que en tono de denuncia lo identificaron como la causa y origen de todos los males y padecimientos de la vida académica universitaria y la vida política de Jalisco.
El suicidio de otro ex rector en 2009 (Carlos Briseño), luego de un ácido conflicto institucional universitario durante el gobierno del panista Emilio González Márquez, significó un duro golpe moral y político a RPL.
Ese episodio forma parte de los claroscuros de su imagen, prácticas e influencia real o ficticia sobre las decisiones universitarias, que acompañaron durante casi cuatro décadas su trayectoria personal, política y cultural.
La muerte de Padilla López cierra un largo ciclo de la vida contemporánea universitaria y de Jalisco. El balance de sus herencias e influencia ha comenzado. Habrá que esperar más información sobre las circunstancias y razones de la decisión suicida. Sin embargo, más allá de eso, la figura de RPL es y será el registro de las luces y sombras de un personaje y una institución, de las maneras y modos en que se combinan las biografías individuales, institucionales y sociales, la articulación entre las razones, pasiones e intereses entre esas redes organizadas de poder que configuran las sociedades modernas.
Es parte de una historia vital, una historia política y una historia social, que ayuda a comprender las complicadas y extrañas relaciones que se construyen en una época y un contexto determinado, encarnadas en la experiencia, las prácticas, los pleitos y las fiestas que personificó un tapatío distinguido, polémico, pero reconocido y respetado.
Ya habrá tiempo y circunstancias del memorial que merece Raúl. Del balance personal, intelectual y político de su influencia en la U de G y en Jalisco. Pero se trata de una pérdida entre quienes le conocimos y tratamos en distintos momentos y circunstancias, que se traduce en duelo, melancolía y tristeza. Evoca una frase de Sergio Pitol escrita en El mago de Viena: “la muerte es siempre un desastre”. Eso.
Adrián Acosta Silva, investigador de la Universidad de Guadalajara.