El fin de Trump
Luego que una turba azuzada tomara las instalaciones del Congreso de Estados Unidos y obligara a suspender la certificación del triunfo de Joe Biden en la elección presidencial, el país vecino enfrenta una crisis política de enormes consecuencias internas y externas. La conducta de Donald Trump ha demostrado cómo su voluntad ha despreciado la legalidad y ha llegado a extremos que lo colocan al borde de enfrentar cargos criminales.
Es muy probable que se acuse al presidente de insurrección y otros cargos en el Congreso mediante un procedimiento de difícil desahogo, pero de enorme valor simbólico que lo pude orillar a renunciar, tal y como se lo han exigido ya decenas de senadores y representantes. Al parecer las intenciones de Trump han pasado las líneas rojas del deber de respetar y defender la constitución y eso puede significar el primer paso de una serie de desventuras que pueden llevarle a terminar con sus aspiraciones de continuar en la vida política como aspirante a presidente.
Para los demócratas, resulta estratégico que Trump salga de la casa Blanca de forma anticipada y así mandar el mensaje a su país y al mundo que Estados Unidos no tolerara experimentos populistas. Pero al mismo tiempo, el procesamiento de Trump puede significar una profundización de la división interna y dificultar una necesaria reconciliación política. Los grandes medios de comunicación como el WSJ y el WP han expresado que lo mejor para la nación es que Trump renuncie, y las empresas privadas que controlan las redes sociales han cancelado sus cuentas dado el peligro que puede representar el actuar del presidente estos días.
Las encuestas muestran que la mayoría de la opinión pública está de acuerdo con que Trump se vaya anticipadamente. Mientras decenas de altos funcionarios de la administración han renunciado a sus cargos y un puñado de republicanos, incluyendo una senadora, han exigido su salida, con lo que se incrementa la presión sobre el aún presidente.
El mandatario violento que ofendió a tantos, incluyendo a los mexicanos, que pretendió someter a las instituciones a su servicio ha llegado a un punto de no retorno que abre también la oportunidad para rectificar muchas de las medidas que se impusieron durante su gestión, y ésa es quizá una parte esencial de la agenda de Joe Biden.
El contraste de las políticas públicas será evidente en el manejo de pandemia, pero también en asuntos tan importantes para México como la migración. Seguramente veremos un cambio en la política que tiene a miles de personas en vilo en ambos lados de la frontera y también es muy probable que veamos una nueva visión geoestratégica que fortalecerá la visión conjunta de la región norteamericana como un bloque económico integrado capaz de fortalecer su productividad aprovechando sinergias, y aun acercamiento a los aliados europeos para enfrentar la creciente influencia china en el mundo.
Las instituciones de Estados Unidos han resistido el intento de desbordarlas mediante acciones populistas sustentadas en teorías conspiracionistas y mentiras repetidas como verdades que han puesto de manifiesto la fragilidad democrática en el mundo y han encendido las luces de alerta ante los grupos que Joe Biden denominó como terroristas locales. La radicalización de quienes justifican el rompimiento de la legalidad es una tendencia muy peligrosa que se manifiesta en movimientos incitados desde la profundidad de internet.
La era Trump termina con un legado de ignominia y la enseñanza del cuidado que debemos tener siempre para colocar al derecho como la referencia substancial del ejercicio de la autoridad. Las consecuencias globales de estos episodios son aún desconocidas, pero muchas de ellas seguramente estarán enfocadas a fortalecer la presencia e influencia estadounidense en el mundo, luego del desprestigio ganado durante cuatro años.
Habrá que aprovechar la coyuntura para fortalecer también el papel de México en la región y el continente.