El faro #8M
Si hace un año las manifestaciones del #8M se intensificaron y acentuaron su lucha y demandas por el caso extremo de Alondra y su madre que fueron asesinadas en las propias oficinas del Ministerio Público en Poncitlán cuando acudieron a denunciar por segunda vez las agresiones de su ex marido, quien a balazos y frente a la autoridad fue a impedirlo, ahora el lastre de la violencia contra las mujeres se materializó casi en la víspera de las marchas por el Día Internacional de la Mujer el viernes pasado, con la trágica muerte de una sexoservidora y de dos empleadas administrativas de un centro educativo a manos de un desquiciado joven de 20 años, que anunció sus crímenes en las redes sociales.
Los 10 asesinatos de mujeres que en promedio se cometen en México y los 30 que hasta el viernes se habían cometido en Jalisco, junto con las mujeres desaparecidas, son la principal bandera de la lucha de las mujeres mexicanas y jaliscienses, pero desde luego no la única.
Gravita como punto de partida su exigencia para tener autoridades y gobiernos más empáticos y sensibles a sus demandas y que se refleje en políticas públicas para combatir la violencia de la que son objeto, pero también para avanzar en todo lo que implica y significa la equidad de género.
Se ha avanzado, por ejemplo, en la paridad en la asignación de las candidaturas de elección popular, que han provocado revertir las mayorías masculinas de siempre en los Congresos (Jalisco es un ejemplo). Sin embargo no se ha logrado romper del todo con lógicas patriarcales que siguen prevaleciendo en la clase política y gubernamental. Habrá que ver si esta asignatura pendiente se logra, ahora que a los principales espacios de poder, empezando por la Presidencia de la República, llegará una mujer.
Habrá que decir que a diferencia del avance en el ámbito público y político-partidista, en el sector privado se mantienen fuertes resistencias para que las mujeres accedan a puestos gerenciales o de primer nivel. Es también en la esfera empresarial privada donde existen las mayores brechas salariales donde por trabajo igual, se le paga más a los hombres que a las mujeres. Ni que decir, de los rezagos para empezar a calcular y remunerar el trabajo de las mujeres en casa.
Hay otra demanda de género que está lejos de cumplirse, como es la impartición de justicia con perspectiva de género. En Jalisco está el paradigmático caso del magistrado con licencia José de Jesús Covarrubias, quien lleva dos años prófugo acusado de abuso infantil y a cuya denunciante, su ex pareja sentimental, se le vino encima toda la complicidad patriarcal que reina en el Poder Judicial.
Ahí parte de la ruta que alumbra el Faro #8M.