El factor Marcelo
La designación de Marcelo Ebrard como secretario de Economía en el Gobierno de Claudia Sheinbaum será decisiva para la calidad de la gestión pública de la nueva administración. Con una visión comprometida con la lucha contra la desigualdad y una vasta experiencia en la vida pública, Ebrard tendrá en sus manos factores cruciales para México: la relación con sectores nacionales y extranjeros, la promoción de inversiones, la política industrial y la revisión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
Ebrard asume este rol en un contexto global de debate sobre el futuro del capitalismo. Por un lado, están quienes defienden un estado de bienestar robusto, con mayor regulación para contener los excesos del mercado. Argumentan que el crecimiento económico del neoliberalismo ha aumentado la desigualdad, y abogan por una mayor igualdad económica. Uno de los exponentes más destacados de esta visión es el premio Nobel Joseph Stiglitz, quien propone un “capitalismo progresivo”. Marcelo Ebrard no sólo posee el conocimiento, sino también las relaciones con los actores más influyentes en este sector.
Por otro lado, están quienes defienden un Estado mínimo, siguiendo las tesis de Robert Nozick, el profesor de Harvard que fundamenta el pensamiento libertario, el cual aboga por una sociedad meritocrática con mínima intervención estatal. Gad Saad, en su obra “El pensamiento parasitario”, desarrolla estas ideas.
Este debate no es meramente académico; ha permeado rápidamente la política. Ambas posturas coinciden en que es necesario revisar el modelo de desarrollo seguido en las últimas décadas, proponiendo soluciones diametralmente opuestas no solo para la economía, sino también para la estructura política. La experiencia del futuro Secretario de Economía incluye haber negociado con influyentes figuras conservadoras, logrando acuerdos beneficiosos para México en situaciones complejas.
En medio de este debate, que ha llegado a la agitación política y donde los conflictos parecen inminentes, es meritorio que la Presidenta Electa haya designado a personas con visión y experiencia. La navegación en la que estamos inmersos enfrenta aguas turbulentas.
En las naciones democráticas, este debate se refleja en narrativas que buscan movilizar a las personas apelando a sus sentimientos. En México, el Presidente López Obrador supo centrar la lucha contra la desigualdad y obtener el apoyo de las mayorías, fortaleciendo la capacidad de consumo mediante acciones públicas. La oposición, sin un discurso propositivo, quedó relegada, y el resultado electoral fue contundente.
México se encamina a tener una posición cada vez más relevante en el ámbito internacional, en medio de un debate político que trascenderá en los próximos años. El nuevo equipo de Gobierno tiene las credenciales para gestionar los intereses de México con profesionalismo. Sea cual sea el resultado de las elecciones en Estados Unidos, donde se debatirá el papel del Estado en la sociedad y el rol de Estados Unidos en el mundo, México estará preparado. La visión progresista moderada de los demócratas se enfrenta a un conservadurismo que aglutina a libertarios, nacionalistas y negacionistas del cambio climático, quienes rechazan una mayor intervención estatal.
En Argentina, un libertario ha ganado la presidencia y propone un cambio radical en la política, apoyado por corrientes conservadoras. Es la primera vez que un radical de la libertad tiene el poder para actuar políticamente como jefe de Estado y de Gobierno.
En Francia, donde las elecciones son inminentes, la tensión es palpable ante la posibilidad de que el partido de extrema derecha, Agrupación Nacional, lidere las encuestas, seguido de la coalición de la izquierda y, finalmente, el centro político representado por el Presidente Macron. Francia, con una tradición progresista y fuertes políticas sociales, podría enfrentar una reconfiguración política significativa.
En México, el camino hacia la lucha contra la desigualdad tiene una enorme oportunidad gracias a la legitimidad política del nuevo Gobierno. La designación de Marcelo Ebrard como Secretario de Economía fortalece esta posición, asegurando un manejo responsable de los asuntos más importantes para construir políticas sociales más profundas en un mundo cada vez más convulso.
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