El estilo Caro de hacer política…
El estilo Caro de hacer política es una marca registrada. Y la tiene por derecho el recientemente ungido morenista, Salvador.
Salvador Caro: el mismo licenciado en Derecho que logró una diputación plurinominal con Movimiento Ciudadano en 2018 para gobernar el Congreso de Jalisco, y quien una década atrás mostraba con orgullo sus tatuajes del escudo del PRI en cada rincón de su cuerpo.
Ahí, con el tricolor como casa de resguardo, en octubre de 2010 el afilado político que entonces jugaba en la oposición (porque sí: la política es un juego en el que la mayoría perdemos) decidió orquestar una protesta con cientos de personas en el ingreso a la Playa de Tenacatita, que el poderoso empresario Andrés Villalobos, dueño de la Inmobiliaria Rodenas, peleaba como suya.
Con el fuero como chaleco antibalas, para esas fechas Salvador Caro azuzó a las fuerzas de seguridad que mantenían cercado el ingreso a una playa pública para que éstas respondieran con fuerza. Y lo logró. Recibió gas pimienta en el rostro y, con ello, el pretexto perfecto para solicitar un procedimiento de juicio político en contra del entonces gobernador, Emilio González Márquez.
¿El resultado? Portadas y menciones en las incipientes redes sociales de aquel entonces. Un golazo mediático que le costó unos minutos de asfixia y el rostro hinchado.
Por las buenas en lo público, por las malas en lo privado. El estilo Caro de hacer política es así de complejo: calculador y frío en la escena pública, pero rudo y cruel en exceso tras bambalinas.
El compadre del gobernador, quien alzó la mano y todos ignoraron en Movimiento Ciudadano, es definitivamente la clase de político que no quieres como enemigo. Y mucho menos cuando éste ya jugó en tu cancha y conoce a detalle tu estrategia de cara a la elección en puerta.
Porque, al decir adiós a Movimiento Ciudadano, Salvador Caro se llevó todo lo que sabe de los naranjas al cuarto de guerra de los morenistas. Justo en el sitio en el que se desenvuelve con mayor comodidad, porque así es como se manufacturó el estilo Caro de hacer política.
Cuando él era el coordinador de campaña de Enrique Alfaro rumbo a la alcaldía de Guadalajara, en aquel ya lejano 2015, Caro conocía a detalle cada nexo de sus oponentes. Su ascendencia política, sus fortalezas y debilidades y, sí: cómo destruirlos.
“Tu trabajo es saber escribir; el mío es saber lo que sé”, dijo en una ocasión tras dibujar, cuadro por cuadro, a los integrantes del ala priista que entonces aspiraba a competir contra Enrique Alfaro. ¿El resultado? Incluso con Aristóteles Sandoval en la gubernatura, los priistas fueron aplastados.
La lógica indica que, si se le pidiera a un político que ayudara bajar a un gato de un árbol, éste pediría una escalera para alcanzarlo y devolverlo a su dueño. Salvador Caro no. Él talaría o quemaría el árbol para, enseguida, pedir el voto porque concluyó el trato.
Lo dicho: el estilo Caro de hacer política.
Que el marketing político y la reestructura de rostro, barba y cabello no nos engañen: Santa Claus no viene en Navidad y el regalo favorito no es para todos. Basta recordar cuando, en 2016, y como jefe de Policía en Guadalajara, Salvador Caro aplastó la carrera del entonces magistrado presidente del Poder Judicial de Jalisco, Luis Carlos Vega Pámanes, con una movida magistral cuya autoría material e intelectual jamás reconocerá públicamente.
Porque la memoria es lo único que nos queda, es necesario traer a colación cuando el entonces titular del Poder Judicial le llamó a Caro para pedirle que le ayudara a dejar en libertad a dos jóvenes que habían sido detenidos. Salvador Caro no sólo se negó, sino que grabó la conversación y la filtró a los medios en el momento exacto para que la embestida obligara a renunciar a su enemigo político.
Movimientos como esos son los que distinguen a Caro. Razones hay de sobra para entender por qué se trata de un perfil que, si bien es complicado colocar en alguna alcaldía, resulta de gran utilidad para la estructura que anhela el poder.
Con sus antecedentes, quien dirigía los hilos en el Congreso de Jalisco entre 2018 y 2021 hará mucho daño en favor de Morena. Y en Movimiento Ciudadano por supuesto que hay preocupación por la embestida que puede prepararse de quien, hasta hace dos semanas, era “alfarista, alfarista, alfarista”.
Y entonces… ¿Quién quiere a Chava Caro como enemigo?
isaac.deloza@informador.com.mx