El embajador, ¿’metió la pata’ o tiene línea?
El pasado 4 de febrero, después de sostener una reunión privada con la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y líderes parlamentarios de la Junta de Coordinación Política, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, fue muy claro en señalar que -la que en aquel entonces- reforma eléctrica promovida por el presidente López Obrador “era necesaria” y que “se deben entender las razones del mandatario”.
Seis días después -horas antes de la llegada a la capital del Enviado de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, para entrevistarse con AMLO-, desde el 305 de Paseo de la Reforma en la Ciudad de México - donde se ubica la embajada norteamericana- sale un comunicado de prensa que señala: “El Gobierno de los Estados Unidos ha expresado reiteradamente su preocupación sobre la propuesta actual del sector energético de México. Promover el uso de tecnologías más sucias, anticuadas y caras sobre alternativas renovables eficientes, pondría en desventaja tanto a consumidores como a la economía en general”.
El comunicado fue un desmentido a la posición que había asumido días antes el embajador y después de una serie de reacciones adversas que provocó en territorio norteamericano. El embajador Salazar había ‘metido la pata’ y había atentado en contra de los intereses de su propio país. Hubo quienes pidieron la dimisión del embajador, como fue el caso de la influyente columnista Mary Anastasia O’Grady del peridodico The Wall Street Journal, quien calificó de “mal juicio” el comentario del diplomático y señalando que nuestro país “está violando los derechos de las empresas energéticas estadounidenses…y pese a estos cambios en el sector, el embajador no ha prestado atención”.
El 7 de abril, después de la decisión tomada por la Suprema Corte de la Nación sobre la Ley de la Industria Eléctrica, el tono del embajador Salazar fue otro muy diferente: “Nos preocupa que la ley probablemente abrirá litigios sin fin, generando incertidumbre y obstruyendo inversión”.
Pero aparentemente el embajador no entendió la lección y este lunes ¡otra vez! ‘metió el choclo’ y hasta el fondo. Durante una ceremonia donde presentaron los avances que presenta la construcción de la nueva embajada estadounidenses en la capital del país, el ‘distinguido’ embajador tuvo un ‘lapsus’ y se refirió a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum -quien estaba presente- como “presidenta”, cuando hablo de la inauguración de la nueva sede. “Todavía no tenemos el día fijo de cuando se vaya a abrir, pero ojalá, con la ayuda de la presidenta Claudia Sheinbaum, el gobierno de aquí y los vecinos, vamos a llegar a un tiempo donde ya se pueda abrir”.
Esta posición del embajador, ¿cómo podemos interpretarla? Como la del gobierno de Estados Unidos, comprendiendo que ‘ya hay línea’ de aprobación, bendición o beneplácito desde la Casa Blanca y que ahora se entiende el porqué tantas visitas de Antony Blinken, Secretario de Estado norteamericano, a Palacio Nacional, así como las muy frecuentes entrevistas del embajador con AMLO en su oficina, o bien, que al embajador le volvieron hacer ‘corto circuito los alambres en la azotea’ y volvió a ‘meter la pata’, pudiéndose truncar la oportunidad de inaugurar la nueva embajada. ¿Usted, qué opina?
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