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El efecto económico de la lentitud de las vacunas

Es un hecho que las vacunas contra el COVID-19 están llegando y se están aplicando en el país a cuentagotas, a pesar de que el gobierno federal ha informado de contratos que supuestamente ya rebasan 100 millones de dosis.

Al 10 de marzo, se habían aplicado en México 3.49 millones vacunas. Esto representa el 2.77 por ciento de una población de 126 millones de habitantes en nuestro país.

La primera remesa de vacunas llegó al país el pasado 24 de diciembre. Es decir, se han aplicado en promedio 46 mil vacunas por día. A este ritmo, para alcanzar los 80 millones de vacunas de las que ha hablado Hacienda, tendrían que pasar ¡más de 4 años!

Podríamos pensar que es normal que, en un país en vías de desarrollo como el nuestro, las vacunas lleguen a un ritmo menor. Pero resulta, por ejemplo, que en Brasil, a la misma fecha, se habían aplicado ya 11.36 millones de vacunas. E incluso un país con mucho menor población, como Chile, había vacunado ya a 5.09 millones de personas.

Estados Unidos lidera en el mundo la aplicación de las vacunas, con 93.7 millones de dosis aplicadas.

En nuestro país, el problema es doble. Por una parte, hay un escaso número de vacunas con relación a la población. Pero, además, tenemos un problema logístico. Hay más de 5 millones de vacunas que se han recibido. Es decir, hay por lo menos 1.5 millones de dosis disponibles que no se han aplicado.

Ojalá me equivoque, estimado lector, pero pareciera que, así como en la gestión de la pandemia nuestro país aparece en los peores lugares, con el tercer lugar mundial en número de fallecidos, todo indica que en el caso de la vacunación también vamos a quedarnos a la zaga debido a errores de planeación, mala coordinación y un afán de centralizar todo que a algunos les huele a la intención de darle un sentido electoral a este proceso.

La Secretaría de Hacienda ha señalado que la economía del país podría crecer hasta 5.5 por ciento en este año. Pero no nos engañemos, el alza en esa expectativa deriva sobre todo del mejor desempeño que se espera para nuestras exportaciones por la mayor demanda que provendrá de Estados Unidos.

Sin embargo, no necesariamente surgirá de un mercado interno más dinámico y robusto.

Para normalizar la movilidad y la actividad comercial interna se requiere acelerar el proceso de vacunación y eso requiere tanto un mayor volumen de vacunas entregadas como una logística profesional, y no basada en las conveniencias electorales del gobierno federal.

Quizás después de junio ese proceso mejoraría, ya pasadas las elecciones. Pero entretanto podemos perder meses muy valiosos y nuevamente podemos quedar rezagados frente a lo que hacen otros países en los cuales el proceso de vacunación se diseñó pensando en el bienestar de la población y en la forma más rápida de detener los contagios y no el beneficio de una fuerza política.

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