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El dilema de la segunda dosis

La vacuna de Pfizer que aplica México requiere dos dosis: la primera garantiza una inmunidad contra el virus de entre 70 y 80 por ciento, y la segunda –aplicada 21 días después según marca el protocolo–, logra una protección del 94 por ciento.

¿Quién no quisiera ese blindaje contra un enemigo invisible, más pequeño que la milésima parte de un milímetro? Pero aquí se abre un dilema médico, ético y práctico. Me limito a exponer las interrogantes cuyas respuestas definitivas están fuera de mi alcance. 

El 12 de enero llegaron las primeras 24 mil vacunas de Pfizer a Jalisco. En apego al protocolo, el 3 de febrero deberíamos inmunizar con la segunda dosis al personal médico jalisciense. 

Sin embargo, ayer llegó apenas una tercera parte de los biológicos a Jalisco. Tenemos 24 mil vacunados y sólo 9 mil vacunas para la segunda dosis. Y el gobierno mexicano ha dicho que las entregas de Pfizer se reanudarán hasta el 15 de febrero. El gobernador Enrique Alfaro, por su parte, expresó su inquietud sobre la llegada próxima de más vacunas, «sobre todo por quienes tienen que recibir la segunda dosis en los próximos días». 

Con los retrasos en la entrega de vacunas de Pfizer debido a una ampliación en su planta de Bélgica para acelerar su capacidad de producción, y así garantizar el activo a países más pobres, este panorama que enfrentamos en Jalisco se replica en todo el país. 

El Grupo Asesor Estratégico de Expertos en Inmunización (SAGE) de la OMS dijo a principios de enero que la segunda dosis de Pfizer se podía aplazar hasta 28 días como máximo. Luego, tras una segunda reunión, recomendó que la postergación era viable hasta 42 días después.  

Remarco: estas observaciones son siempre preliminares y como acentúa la OMS, «insuficientes ante la falta de más estudios».  

El punto es que estas recomendaciones están fuera del protocolo de Pfizer y los datos de seguridad obtenidos de ensayos clínicos son incipientes y provisionales (como todo lo que tiene que ver con el maldito virus).  

La única certeza que tenemos, a partir de las pruebas de Pfizer, es que una sola dosis garantiza una inmunidad de entre el 70 y 80 por ciento. 

Para contrastar, la vacuna de AstraZeneca que envasará México y de la cual recibirá 77 millones de biológicos, requiere doble dosis y tiene un efectividad del 70 por ciento ¡Lo mismo que la de Pfizer con una sola aplicación!  

Las preguntas son: ¿debemos aplicar una sola vacuna de Pfizer en aras de alcanzar a más población? ¿Demoramos la segunda dosis pese a la información insuficiente sobre su efectividad? ¿Es mejor tener muchos vacunados con 70 por ciento de protección que menos vacunados con 94 por ciento de protección? 

Desde el inicio advertí que las respuestas definitivas a estas preguntas estaban fuera de mi alcance.

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