Ideas

"El día en que nací"

Sé que si alguien llegase a leer estas líneas, no me creerá que no recuerdo nada del día de mi nacimiento, en serio, por más que he intentado. Por fortuna creo ser un sujeto de la bola y agraciado con no ser víctima del síndrome hipermnésico. Alguno dirá que mi subconsciente trata de borrar el trauma del nacimiento y propondrá sesudas sesiones para saber algo, pero con el trauma me la he peloteado toda la vida, de manera que paso.

Como sólo tengo conocimiento de lo que me contó mi madre, diré que el hecho sucedió un 31 de diciembre de 1947 en el entonces Hospital del Refugio, ahora museo y centro cultural, en San Pedro Tlaquepaque. Como ahí no sucedió nada notable, me lancé a averiguar algún hecho memorable: encontré que se trata del tricentésimo sexagésimo día del año, tal y como establece el calendario gregoriano; otro hecho innegable es que exactamente ese día pero en Madrid, y de su propia madre, nació el naturalista y escritor Joaquín Araújo, sumamente premiado y quien ignora absolutamente mi existencia, lo consigno como dato histórico. He llegado a pensar que en nací en ese hospital, porque ahí atendía el doctor con el que iba mi madre, y antes madre y crío veníamos en un solo paquete.

El hecho de que fuera víspera de año nuevo no tenía mayor importancia y no se festejaba mayormente, podría ser relevante si fuese caballo fino, que no lo soy, pues resulta que la edad de esos corceles se cuenta, para ciertos efectos, por años, así el caballo que naciera en esa fecha al día siguiente sería considerado como que tiene un año, por lo que de parejos tendría una desventaja real con los equinos nacidos en los primeros días del año, considerados como más finos.

Me contaron mis padres que mientras esperaban, llegó una pareja. La señora ingresó primero a la sala de partos y el marido aguardaba con natural angustia. Al rato salió la enfermera y con alegría le anunció: “es un niño”; no terminaba con la emoción, cuando la misma enfermera salió de nuevo y dijo: “es otro niño”, aunque sorprendido, el padre fue confortado y alentado por los ahí presentes, en esas épocas eran muy difíciles de prever los embarazos múltiples. Todavía admirados, la enfermera volvió a salir: “felicidades, tuvo un tercer niño”. El multipadre lo aceptó, pero advirtió: “¡qué bueno, pero ya bájenla del nido pa’ que no siga poniendo”. 

En aquellos tiempos las cosas eran menos complicadas y creo que ahí mismo me bautizó el padre Pérez Alba, un santo varón, y me registraron como si hubiera nacido en Guadalajara, cosa que nunca me gustó pues en una borrachera suena raro gritar: “¡arriba el sector Hidalgo!”, en cambio sí sale:

“¡arriba San Pedro, que también es pueblo y tiene escusados de caja”, lo que se frustró porque a San Pedro terminaron por rebautizarlo como Tlaquepaque, lo que ni me gustó ni me preguntaron.
@enrigue_zuloaga

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