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El corte de cabello de Mariana

Para algunas personas fue un gesto de solidaridad y empatía con un pequeño con cáncer; para otras, una estrategia de comunicación y un cambio de look frívolamente calculado. A favor o en contra, con quienes la apoyan y quienes la critican, la “influencer” Mariana Rodríguez -y esposa del gobernador de Nuevo León- se volvió tendencia en redes sociales tras cortarse el cabello.

La joven empresaria anunció que se raparía para estar igual que un niño del DIF Capullos, quien estaba perdiendo su pelo debido a las quimioterapias. “No quiero que se sienta solo en este proceso, quiero acompañarlo”, anunció en su Instagram, con 2.1 millones de seguidores.

Finalmente no se rapó, pero cortar su melena volvió a visibilizar la problemática de los niños con cáncer; un tema que duele a miles de familias en México, que en los últimos años han tenido que enfrentarse al desabasto de medicamentos para atender la enfermedad. Uno de los asuntos pendientes de resolver en el país.

Más allá del análisis mediático y la polémica de si fue o no una acción espontánea, con estrategia o no, vale la pena reflexionar sobre cuál es el rol que está teniendo la joven de 26 años dentro del gobierno de Nuevo León. La pregunta de fondo es para qué hace lo que hace y si su participación abona a una agenda de gobierno y la gobernabilidad.

Recordemos que en México no es la primera vez que la pareja de un mandatario tiene un rol protagónico y bastante visible durante la administración. En el sexenio del ex Presidente de México, Vicente Fox, su esposa Marta Sahagún tuvo un papel casi con el mismo poder que el Mandatario. Y es que, aunque los cargos que históricamente suelen ocupar son voluntarios y honoríficos, ser pareja de un mandatario la coloca en un espacio de poder; están en una posición desde donde se puede tener incidencia en la vida de miles de personas, a través de programas públicos a los que se les destinan millones de pesos. Hoy ella es la esposa del gobernador de Nuevo León, no únicamente empresaria e “influencer” de la moda. 

Desde esa perspectiva, si en la agenda pública del Gobierno de Nuevo León hay interés en temas de infancia (adopciones, migrantes, madres adolescentes o niños con cáncer, por ejemplo),  habría que plantear si lo que está haciendo Mariana Rodríguez abona a una agenda de gobierno, para resolverlos con programas propios o con alianzas. La gran pregunta sería cuántos temas va a abrir y para qué; si su aportación sólo será visibilizar los problemas que existen. Está bien. Pero sería quedarse corta y sólo en lo anecdótico.

Hay parejas de mandatarios que han hecho importantes aportaciones de carácter público y que han trabajado de manera incansable, pero que no son mediáticas. Mariana Rodríguez sabe comunicar y ha sacado provecho de eso, no sólo para promocionar su propia marca de cosméticos sino para apoyar a su esposo durante la campaña. 

Para que su corte de cabello no quedara sólo en la polémica, habría faltado lo que en comunicación se le llama un “call to action”, un llamado a la acción para trascender con propuestas o programas más solidos.

Mariana Rodríguez se convirtió en parte de la conversación. Y podríamos preguntarnos si dentro de los roles que tienen las parejas de mandatarios está el visibilizar temas, porque eso sin duda lo logró. O si pudiera haber algo más, que se aterrice en políticas públicas y que movilice a sus seguidores a favor de causas sociales. Esa sería una reflexión para el debate público y también un análisis más profundo para discutir este tema.

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