El continuismo político
Es la manera en que un régimen o grupo en el poder buscan la manera, sea de forma democrática o no, de seguir teniendo influencia y control en las actividades que desean. Es cuando de una manera conveniente se elige a un sucesor y se procura establecer un prolongado ejercicio del poder y de dominio sobre una sociedad. Si bien puede tener efectos positivos y negativos, dependiendo del contexto y de cómo se gestione la transición de poder. Por un lado, lograr proporcionar estabilidad y continuidad, pero se corre el riesgo de perpetuar un sistema de gobierno que no permita una participación política inclusiva y democrática.
Ciertamente puede dar amplios resultados el dejar a un sucesor que se encargue de llevar todos los programas y proyectos iniciados, y dentro de ellos garantizar que se logren concluir. Pero también es una manera de mantener la influencia y el dominio sobre la siguiente gestión y restarle libertad de maniobra a las personas que han sido elegidas para seguir lo pactado. El continuismo político suele ser un procedimiento más propio de las monarquías, las dictaduras y las oligarquías que tratan de sostenerse en el poder por más tiempo del que se les ha asignado por ley o por la vía democrática.
Que igualmente pueden manipular y fingir que ha sido el pueblo el que ha decidido esa continuidad; pero que en realidad es sólo un astuto ardid para seguir con el poder, ahora más atrás del telón y así influir sin la crítica abierta de los opositores. En México hemos tenido una larga historia de gobernantes que lo han logrado y sabido perpetuar con un atinado “dedazo” de sus sucesores y así seguir en la palestra del poder ya sin ningún cargo oficial. Digamos que existe una tácita dificultad para realmente dejar el poder y querer continuar ejerciéndolo, de una u otra manera, a través de alguien más.
Para muchos analistas, estamos iniciando la nueva etapa de un sistema que intenta establecer un régimen de continuismo político y retornar a una dictadura, con el disfraz de democracia y de apoyo popular. Si les funciona, habrá paz y prosperidad a costa de la democracia, que bien se podrá seguir simulando. De lo contrario, la oposición, inconforme y crítica, reclamará con fervor e insistencia que se ha instaurado una nueva dictadura y control político, a conveniencia de los intereses del grupo en el poder.