El calvario motociclista
Guillermo, un lector, me escribió el sábado. Su correo iniciaba así: “Como habitante de esta urbe es un calvario el tema de las motos, ¿por qué?”. Aventuro una hipótesis.
Los motociclistas, abundaba Guillermo, se pasan los altos, circulan por la banqueta (y ciclovías), en sentido contrario, a exceso de velocidad, se “estacionan” en lugares prohibidos… dañan autos (espejos, calaveras) y huyen; en caso de accidente, el automovilista carga la mayor responsabilidad y el motociclista el mayor riesgo; últimamente van acompañados, y realizan rodadas masivas nocturnas, anárquicas y peligrosas…
¿Quién podría disentir de lo que plantea nuestro amigo lector?
Hace poco una reportera se ubicó en el semáforo de Marsella y López Cotilla, en la colonia Americana de Guadalajara. En una hora contó cien motociclistas: 35 se pasaron el alto. Otros 14 circularon por la banqueta, la ciclovía o en sentido contrario.
El diagnóstico es claro: la mayoría de motociclistas incumplen la Ley de Movilidad. La gravedad y el desparpajo han aumentado. Creo que hace unos años respetaban un poco más el semáforo en rojo.
El parque vehicular de motos se ha triplicado en la última década: hay más de 720 mil. Hace poco solicité por transparencia el número de licencias de motociclista. Así descubrí que sólo uno de cada cinco cuenta con el documento.
La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros ha señalado que sólo el 5% de las motocicletas están aseguradas a pesar de que la póliza es obligatoria. ¿Sigo o me detengo?
Todo esto es, además, un problema de salud pública. Justo ayer el Observatorio de Lesiones de Jalisco dio a conocer que cada día hay en promedio cinco accidentes de motos sólo en el Área Metropolitana de Guadalajara y este año han costado la vida a 21 motociclistas.
Con este panorama quiero enfatizar que el problema va más allá de una visión “cochista” en donde el único incordiado es el rey automovilista. En realidad impacta la movilidad de toda la urbe y abona a la incultura vial generalizada, el estrés y la violencia.
“¿Quién será el valiente que ordene esto? No hay autoridad, sólo está de adorno”, se quejó Guillermo en su correo. ¿Tiene razón? En mi columna de mañana comparto datos contundentes del papel omiso de Blanca Minerva Magaña, comisaria de la Policía Vial de Jalisco.
jonathan.lomeli@informador.com.mx