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El auto-reclutamiento en las filas del cártel

Muchos usuarios de redes sociales –más de los que imaginé–  solicitan enrolarse en las filas del cártel a través de grupos de Facebook. Los administradores les piden dirigirse por mensaje privado:  

“Ocupo chamba aquí en Jalisco”. “Me interesa, quiero jalar”. “Busco jale que sea seguro tiren dm”. “Busco jale de (actividad ilícita) aquí en Guanajuato”. 

Todos los mensajes son respondidos.  

Ayer en mi columna “Así recluta el cártel” expliqué el modus operandi cuando se trata de reclutamiento forzado con engaños, y su posible nexo con las 18 desapariciones este año en la Central Nueva de Tlaquepaque. 

Pero, ¿cómo interpretamos cuando un joven se auto-enrola en las filas del crimen? ¿De quién es la responsabilidad? ¿Intervienen nada más que su voluntad y decisión individual? ¿De qué manera este fenómeno nos interpela a todas y todos? 

Considero una simplificación inadecuada creer que se trata de una decisión individual de un joven o un acuerdo libre entre las partes. 

Detrás hay una precarización laboral que afecta sobre todo a jóvenes; la falsa meritocracia del ascenso social con base en el esfuerzo; la descomposición y la violencia en el núcleo familiar, y la ansiedad material causada por el espejismo digital.  

El estudio “Reducir el reclutamiento de los cárteles es la única manera de bajar la violencia en México” reveló hace un año que en 2022 los cárteles contaban con entre 160 mil y 185 miembros que los convierte en el empleador más grande del país (más que empresas como Oxxo o Pemex). 

El informe, aunque polémico y criticado, es el primer esfuerzo por medir el fenómeno del reclutamiento. 

En total operan 150 cárteles en todo México, según el documento, que necesitan reclutar entre 350 y 370 personas a la semana para evitar el colapso. 

El cártel local en Jalisco representaba el 17.9% de todos los miembros de los grupos criminales en territorio nacional: eso implica enrolar a 65 nuevos miembros cada semana (durante este sexenio, en la entidad han desaparecido 49 personas en promedio semanalmente).  

La premisa del diagnóstico indica que el encarcelamiento de miembros del crimen sólo aumenta la violencia –los cárteles buscan ferozmente más reclutas–. 

En cambio, una estrategia preventiva, que reduzca el reclutamiento en un 50%, podría bajar los homicidios en un 25% para 2027, según el estudio.  

De ese tamaño es el reto y la gravedad del reclutamiento, forzado o voluntario, que realiza el crimen organizado. 

El gobierno de Jalisco aprovecha estos casos para generalizar e instalar la narrativa simplificada de que los jóvenes se van por su propia voluntad. 

Pero la libertad de elegir para esos miles de jóvenes es relativa. Podría decir, incluso, que se trata de una imposición del entorno social tremendamente desigual, un futuro económico raquítico y la inmediatez fulminante del ascenso criminal.

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