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El arte de expropiar

Hoy se cumple el 80 aniversario de la expropiación petrolera ¿todavía hay algo que celebrar? Anteriormente en las escuelas primarias de México hacían los niños trabajos manuales en memoria de la feliz expropiación, construyendo maquetas de pozos petroleros con torres hechas de popotes y resina, y estampitas pegadas con el retrato del presidente Lázaro Cárdenas.

La expropiación petrolera fue ciertamente épica al margen de las razones de fondo de dicha iniciativa o de los intereses norteamericanos en juego, el hecho es que la invitación del presidente de la República para que los mexicanos compraran nuevamente su petróleo y las instalaciones para extraerlo fue recibida con entusiasmo contagioso. Nadie se preguntaba entonces como era posible que si el gobierno había primero vendido todo eso a los extranjeros, ahora los mexicanos debieran pagar por readquirirlo, lo cierto es que todo mundo aportó lo que podía: anillos, aretes, medallas, dinero en efectivo, lo que fuera, a fin de reunir la cantidad de dinero que la expropiación costaba.

Me pregunto, ahora que el gobierno nuevamente ha subastado buena parte de la riqueza petrolera del país, sea en instalaciones como en concesiones para explorar y extraer, ¿le devolverá a la gente lo que aportó entonces, con sus respectivos intereses? Sería difícil ya por el solo hecho de que aquellas donaciones fueron anónimas y masivas, pero debería beneficiarse al país con un bono único, digamos si por lo menos en memoria de aquella gesta, y como forma de remunerar lo erogado, por una vez el gas, la electricidad, el diésel y la gasolina fueran gratis. Parece un desvarío, pero sí que sería un acto de justicia.

Por lo pronto parece que ya no hay nada que celebrar, la Reforma Energética no trajo consigo el abaratamiento de los combustibles, como ofreció el Presidente Peña Nieto, por el contrario, se han encarecido, profundizando además en una decisión bastante torpe: que es más barato comprar gasolina en Estados Unidos, que hacerla en México. Cierto, porque toda la riqueza que por décadas ha generado el petróleo mexicano jamás fue empleada en mantener, mejorar y actualizar la infraestructura, y querer hacer hoy lo que por años no se hizo, resultaba evidentemente muy caro, aunque no tanto si al menos se invirtiera en refinerías nacionales, lo que el gobierno mexicano obtiene de la producción de gasolina en refinerías norteamericanas propiedad de Pemex y de cuyas ganancias jamás se informa, según voz popular pero bien documentada.

En este país el gobierno te cobra si construyes una casa, luego que ya la hiciste, pues te la expropia por alguna exótica ley, para enseguida vendértela otra vez, y de nuevo volvértela a expropiar ¿no hizo así con los bienes eclesiásticos que la gente había costeado, y que luego expropió, para enseguida vendérselos otra vez a sus mismos anteriores dueños? ¿No fue también el caso de la banca mexicana que el gobierno “nacionalizó” y quebró para luego rematarla otra vez a los banqueros y a falta de efectivo de éstos, acabó por venderla a los extranjeros? ¿No es ese el origen de Citigroup Banamex y BBVA Bancomer? ¿Debemos pues celebrar o cuestionar con ocasión de este día?

DR

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