El año de Sheinbaum
¡Qué año el que viene!Una vez que el Presidente López Obrador parece haberse decantado por Claudia Sheinbaum para ser “destapada” como la candidata de Morena a la Presidencia en 2024, tendrán que venir forzosamente muchas definiciones.
Para empezar, mientras sea más claro el destape de la actual gobernadora de la CDMX sus rivales inmediatos Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal tendrán que apurar sus apuestas y jugar sus cartas con los partidos de oposición. Será una carrera contra reloj.
Será interesante ver si algún partido con algo de capital político como Movimiento Ciudadano o eventualmente el disminuido PAN están dispuestos a unir fuerzas para tener a uno de esos candidatos de primer nivel, porque de los propios no se hace uno.
Y la señora Sheinbaum, por su parte, tendrá que encabezar un gran proyecto nacional que sin deslindarse de López Obrador está obligado a replantearse lo hecho hasta ahora por la auto llamada Cuarta Transformación.
La futura candidata ni debe ni puede apostar al estilo de su antecesor de dividir al país entre pobres y pudientes. Ya está visto que a pesar de su estridencia y sus discursos reiterativos López Obrador no sólo no pudo combatir a la pobreza sino que en algunos renglones dramáticamente la aumentó, condenando a un mayor número de mexicanos a tratar de sobrevivir sin lo mínimo indispensable.
Obligadamente, y al ir perdiendo fuerza López Obrador, cada vez serán más los escándalos de corrupción de los integrantes de su Gobierno por la discrecionalidad y derroche con que se han estado distribuyendo los recursos para programas sociales.
Pero la tarea más titánica de la futura candidata será tratar de llevar a cabo una gran cruzada por la unidad nacional. Necesita forzosamente que una buena parte de la clase media comulgue con su proyecto.
Pero es esa misma clase que en un principio en buena medida apoyó a López Obrador, que votó por él harta de los desplantes y corrupción de PRI y PAN, el propio Presidente se ha encargado de maltratarla y menospreciarla día a día al grado de tenerla hoy en su contra.
Las elecciones intermedias en la CDMX son la prueba más clara de que esa clase media ya lo abandonó.
Pero la señora Sheinbaum la necesita; no le bastarán los grandes e incondicionales segmentos populares.
Tendrá que diseñar un programa coherente y sólido capaz de enamorar a esa clase media, y ahí esta el auténtico y gigantesco reto.
Y todo tiene que pasar prácticamente en el próximo año.
No cabe duda: qué año ese que viene.
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