“El amo de Jalisco”, secreto a voces
El libro “El Amo de Jalisco: un gobierno con estructura criminal” narra cómo el ascenso político de Enrique Alfaro a partir de 2009 coincide con el surgimiento y expansión del Cártel Nueva Generación desde 2010. En una trayectoria paralela ambos han alcanzado el cenit del poder político y criminal.
Antes un tip para navegar el libro: menciona a Alfaro en la introducción y no vuelve a hacerlo hasta la página 99 de 238 (uno casi se siente engañado). La primera parte relata la genealogía de los narcogobernadores priistas de Tamaulipas: Tomás Yarrington, preso en EU, y Eugenio Hernández, en prisión domiciliaria, lo mismo que Mario Villanueva, ex mandatario de Quintana Roo.
La narración sirve al periodista Ricardo Ravelo para dibujar el prototipo de un narcoestado corrupto. La lectura sugiere paralelismos con Jalisco. Por ejemplo, antes del surgimiento del Cártel Nueva Generación, Tamaulipas encabezó la lista de personas desaparecidas. Por otra parte, los ex gobernadores norteños tenían un funcionario de bajo perfil político, pero con mucho poder que operaba los negocios sexenales y fungía como enlace con la mafia. Ravelo identifica a Hugo Luna, Jefe de Gabinete, como esa pieza clave. Lo apuntala a partir de la filtración de los Guacamaya Leaks que el propio Gobierno estatal ha negado.
Ravelo no se ahorra adjetivos para describir a Alfaro como “bravucón, prepotente y alérgico a la crítica”. Narra un episodio poco recordado cuando en 2009, como candidato a Tlajomulco por el PRD-PT, le espetó al periodista Gerardo Romero: “Si vuelves a inventar una pendejada de mí te voy a romper tu madre, así de claro, y es la última vez que te lo digo”.
En mi columna de ayer “El amo de Jalisco, ¿en qué se basa?” problematicé el uso recurrente de fuentes anónimas en el libro. De ahí las críticas y matices al trabajo de Ravelo.
El otro tipo de fuentes que utiliza Ravelo con más frecuencia son hemerográficas. El libro sistematiza y recopila las publicaciones y escándalos más relevantes de la trayectoria política de Enrique Alfaro. Allí está debidamente citado el trabajo de medios y periodistas locales (incluido cualquier sesgo o error). De esta manera, el autor aporta una curaduría de escándalos mediáticos más que revelaciones o episodios inéditos.
El propio Ravelo lo plantea en estos términos: “El libro, si bien no desnuda al cien por ciento a Alfaro y a su gente, por lo menos es una aproximación a todo eso que se ha dicho”. Por decirlo así, coloca un espejo frente al personaje para ofrecer una imagen hasta ahora fragmentada en el océano mediático.
También hay que entender la intención y el público para el que escribe Ravelo: un lector nacional fuera de Jalisco que puede encontrar episodios más reveladores. A mí me resultó poco novedoso salvo algunos pasajes; un lector local menos inmerso en el tema seguro encontrará más revelaciones.
El autor recalca: “No se habían puesto ciertos ladrillos para construir una historia. Tuve que trabajar mucho en hilar, en buscar un zurcido bastante complejo para tratar de aproximarme a una realidad”.
En conclusión, “El amo de Jalisco” es el relato de un “secreto a voces” que narra la escisión del cártel local, la supuesta enfermedad terminal de “El Mencho”, la crisis de desaparecidos, el retrato de un Alfaro despótico y sobre todo, el presunto negocio con la justicia, la mafia financiera e inmobiliaria, el lavado de dinero, el papel de las élites empresariales corruptas y las difusas fronteras entre la criminalidad y la política. Todo en complicidad, según el autor, con el poder político que encarna Alfaro.
jonathan.lomeli@informador.com.mx