El aire que respiramos todos
En memoria de Alberto Escobar
Todos tenemos derecho a respirar un aire limpio y todos, en mayor o menor medida, contribuimos a la contaminación del aire. Los menos desde el momento de prender la luz (aunque no sepamos el lugar donde se genera esa contaminación y por lo tanto pensamos que no existe) o cuando quemamos gas al cocinar o encender el calentador, o simple y sencillamente cuando consumimos productos cuya elaboración contamina el aire de todos. Otros muchos, además de todo esto, usamos el automóvil y contaminamos más.
Lo ideal sería que todo proceso que genere contaminación pague por ello. Hacia allá vamos, no tengo duda: algún día tendremos que hacernos cargo de todas y cada una de las externalidades que significa vivir en una ciudad y en una sociedad de consumo. Por algún lado tenemos que comenzar y, ni modo, los que más contaminamos y los que más podemos aportar a la mejora de la calidad del aire somo los propietarios de los automóviles.
El gobierno de Enrique Alfaro lanzará en breve las licitaciones para la Verificación Vehicular. Hoy por hoy no existe otra forma de control de emisiones que sea realmente efectiva. Digamos que con todos sus defectos la instalación de centros verificación especializados, con un mismo criterio y formas remotas de control, es la menos mala de las opciones que existen. La afinación controlada a través de talleres autorizados resultó no sólo ser una gran fuente de corrupción, sino que no dio resultado alguno, y ahí están los datos de calidad del aire para demostrar su fracaso.
No hay política pública de calidad del aire que sea del agrado de los ciudadanos. Lo que haga el gobierno va a generar roncha y cualquier tipo de control de emisiones, el que sea, tendrá oposición, recordatorios maternales y desgaste político. Podemos seguir haciéndonos patos como ha sucedido a lo largo de los últimos 25 años en que los gobernadores y alcaldes han rehuido el problema para no desgastarse políticamente o enfrentarlo y asumir las consecuencias. Pero, sobre todo, si lo vamos a hacer tenemos que asegurar que se haga bien, esto es que el resultado final del desgaste que implica para gobierno y ciudadanos sea efectivamente un mejor ambiente.
Sólo hay un indicador que permitirá evaluar en el mediano plazo el resultado de esta política y es la calidad del aire que respiramos todos y en consecuencia una reducción en enfermedades respiratorias, particularmente en niños y viejos, que hacen que valga la pena el esfuerzo.
(diego.petersen@informador.com.mx)