El agua que se pierde
Mantener la vida de un organismo tan complejo como la ciudad es una tarea de gran calado que se extiende sin cesar a través del tiempo. Sin duda uno de los grandes retos consiste en el aprovisionamiento del agua indispensable para las necesidades básicas de la población y para el funcionamiento adecuado de todas las actividades productivas.
Una metrópoli como Guadalajara, con sus más de cinco millones de habitantes, requiere el aseguramiento permanente de grandes caudales del líquido. Un reciente reportaje de EL INFORMADOR arroja una serie de datos muy significativos para entender la dimensión de la problemática. Es bien sabido que el principio del equilibrio del organismo operador del agua reside en recuperar los recursos invertidos en la extracción, traslado y distribución del líquido. De lo contrario, el déficit acumulado se va convirtiendo en una carga que compromete toda la efectividad del sistema.
De allí que resulte altamente preocupante el dato de que durante los últimos cuatro años, por lo menos, el SIAPA solamente ha logrado cobrar dos terceras partes del agua que se distribuye (10 metros cúbicos por segundo). La otra tercera parte se pierde debido a fallas y fugas en las redes de distribución o de plano en tomas clandestinas.
Por otra parte, existe aún un grave déficit en el volumen necesario para dotar de agua a la Zona Metropolitana (más de 5 metros cúbicos por segundo, según el reportaje). Diversas zonas de la ciudad carecen de un servicio regular o de plano no cuentan con el servicio. Esto afecta principalmente a las capas más necesitadas de la población, perjudicando directamente su de por sí precaria calidad de vida. De allí que la deficiente distribución del agua agudice las desigualdades sociales y que el actual desperdicio resulte más urgente de solucionar.
Bien se sabe que la tarea para el organismo operador y para las autoridades es enorme. Un primer paso, se ha señalado, es la toma de conciencia de la problemática por parte de toda la población. Según los datos, la media razonable de consumo de agua por habitante es de 150 litros diarios. En nuestro medio, tal consumo asciende a 207 litros. Un eficaz programa de racionalización en el consumo podría entonces liberar más de la cuarta parte del agua distribuida en beneficio de quienes carecen de ella.
La otra tarea es la modernización o sustitución de redes obsoletas. Es un trabajo arduo y paciente que sin duda tomará largos años y que, sin tener el lucimiento de obras más visibles, encierra la mayor trascendencia citadina.
Pero sin duda, el conocimiento de la problemática del agua por los habitantes de la ciudad es la clave para avanzar en uno de los principales retos de Guadalajara.
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