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El Zapotillo: la cerrazón y la resistencia

Las comunidades que corren el riesgo de desaparecer por el megaproyecto hidráulico de la presa El Zapotillo y el acueducto a León, Guanajuato, tienen más de 16 años resistiendo y luchando contra las imposiciones, cerrazón, malos tratos, amenazas y ninguneos de gobiernos de todos los colores. Y siguen resistiendo.

Hoy no es la excepción. A todas luces hay nuevo embate, un nuevo intento de los gobiernos de Jalisco y de Guanajuato, funcionarios federales y las constructoras que ganan haciendo el megaproyecto hidráulico, y especialmente los grandes intereses de empresas industriales, agropecuarias, mineras, inmobiliarias de El Bajío, que son las grandes beneficiarias de los volúmenes de agua que se espera que El Zapotillo les proporcione en el futuro.

Los gobiernos de Jalisco y Guanajuato pretenden convencer que la presa El Zapotillo es la solución a la carencia de agua en las concentraciones urbanas de Guadalajara y León, cuando en realidad se diseñó ese megaproyecto para garantizar el abasto de agua para grandes empresas asentadas en el corredor industrial León-Silao, como se puede apreciar en esta cartografía elaborada por el colectivo GeoComunes (http://geocomunes.org/Analisis_PDF/Temaca%20lectura.pdf). 

En este corredor industrial destacan armadoras automotrices de empresas como Hino, Volkswagen, General Motors, Ford, Mazda, Honda y Toyota; mineras del Grupo México y del Grupo Peñoles asentadas en Sierra de Los Lobos; así como empresas inmobiliarias que tienen un boom en la ciudad de León. En este momento León no carece de agua: quiere el agua de El Zapotillo como reserva para seguir garantizando la operación de estos grandes grupos empresariales y así mantener sus ganancias. 

A los directivos e inversores de estos poderosos grupos económicos no les interesa si para seguir produciendo coches, sacando minerales o construir complejos inmobiliarios se inundan los pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo y con ello destruyen el territorio donde han vivido y donde están enterrados sus antepasados y sus sueños. 

De tanto en tanto, estos pueblos que resisten este megaproyecto hidráulico padecen un nuevo embate para que acepten o para imponer esta perniciosa presa para estos tres pueblos y para unos quince municipios de Los Altos de Jalisco. 

Ahora padecen nuevamente estos embates por parte de los gobernadores de Jalisco y de Guanajuato. Los gobernadores de ambos estados, Enrique Alfaro Ramírez y Diego Sinhue Rodríguez ratificaron el famoso “Acuerdo de entendimiento” por el que Jalisco y Guanajuato pretenden repartirse las aguas del Río Verde. Para ello han pedido cita con el presidente Andrés Manuel López Obrador (empujados por los intereses empresariales) para pedirle que concluya la presa El Zapotillo, y las obras adicionales como el acueducto que separaría a varios municipios alteños. 

A las acciones de los gobernadores se sumó la declaración del nuevo director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Germán Martínez Santoyo, quien declaró a La Jornada que se deben terminar de construir las “presas abandonadas”. 

Pero las comunidades afectadas por El Zapotillo han aprendido a resistir y luchar para defenderse. De inmediato han salido a rechazar que el acuerdo de entendimiento sea una solución viable para el complejo problema de falta de agua. 

De otro lado piden una gestión integral del agua en el que el preciado líquido debe anteponerse para la reproducción de la vida y no para las ganancias empresariales. Es decir, el agua para la vida y no el saqueo de este recurso para fines de lucro. 

Finalmente, las comunidades y habitantes organizados en el Comité Salvemos Temacapulín dieron a conocer que ganaron un juicio de amparo contra el gobernador y otros altos funcionarios de su gobierno que se niegan siquiera a dialogar con las comunidades y exponerles en qué consiste el acuerdo con Guanajuato y el megaproyecto de El Zapotillo. De manera vergonzosa para un gobierno que se precia de empujar un cambio histórico en Jalisco, incluso se niegan a sentarse con las comunidades que corren el riesgo de ver inundar sus pueblos, cuando casi a diario abren las puertas de las oficinas a deportistas y personajes de la farándula. Para los famosos no hay cerrazón. 

Las comunidades afectadas exigen que se instale una mesa de alto nivel en el que dialogue sobre este conflicto político por despojo, y que si no hay entendimiento se cumpla la promesa del presidente López Obrador de que ese megaproyecto no se construirá. Ojalá impere la cordura, la sensatez y el compromiso de preservar los bienes comunes para las nuevas generaciones. Eso implica cancelar El Zapotillo. Si no hay esta cordura, igual seguirá y preservará la resistencia de los pueblos ante el despojo y las imposiciones de megaproyectos. 

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