El Solidaridad, un símbolo de la ciudad
El Parque de la Solidaridad Iberoamericana, hoy conocido solo como Parque de la Solidaridad, fue el “regalo” (así se acostumbraba a llamar a las inversiones federales en tiempos del partidazo) del presidente Carlos Salinas de Gortari a Guadalajara por la realización de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica en 1991. El parque rescató el predio abandonado en lo que fue la presa de Osorio sobre el arroyo del mismo nombre y que divide los municipios de Guadalajara y Tonalá.
Solidaridad fue el primer parque de grandes dimensiones (110 hectáreas) con lógica metropolitana. El segundo, el Metropolitano, prácticamente del mismo tamaño, se hizo unos años más tarde en la parte Poniente de Zapopan. Son parques hermanos que, sin embargo, han tenido suertes muy distintas; mientras el segundo es un parque vivo, con grandes instalaciones (entre ellas los complejos Panamericanos de tenis y natación) el primero sufre aún por mantenerse y resistirse al deterioro y al vandalismo.
En términos urbanos quizá Solidaridad sea el parque más importante de la ciudad pues le da servicio a una de las zonas más pauperizadas de la metrópoli. Cada Gobierno promete su rescate y se han invertido cientos de millones de pesos en ello, pero nunca se resuelven los problemas de fondo: el hidráulico y el de seguridad.
El Gobierno de Enrique Alfaro está haciendo una apuesta muy importante por el rescate de este gran parque. No es solo una cuestión de pesos
El vaso de la presa se redujo considerablemente al hacer el parque y la infraestructura no fue pensada para un arroyo que en temporal arrastra agua y basura de toda la zona. Cada año se publica una nota sobre los trabajos de retiro de toneladas de desechos que arrastra el río y quedan estancados en el parque. Resolver el problema de contaminación del arroyo y las inundaciones implica obras complejas y caras. Pero el problema de seguridad es aún más delicado y difícil de solucionar. La única forma de que el parque funcione es que se lo apropien los habitantes de la zona, y ello implica sobre todo seguridad. La inseguridad ahuyenta a las familias del parque, éste queda a merced de los delincuentes y ahí comienza un círculo vicioso que no se ha podido romper.
El Gobierno de Enrique Alfaro está haciendo una apuesta muy importante por el rescate de este gran parque. No es solo una cuestión de pesos, y vaya que se van a invertir en este proyecto más de 600 millones en cuatro años, sino sobre todo simbólica: revivir el parque Solidaridad es el mejor mensaje de integración metropolitana, un símbolo de la ciudad que queremos, y podemos ser.
(diego.petersen@informador.com.mx)