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El Síndrome Fobaproa de AMLO

El gran Luis González de Alba, ex dirigente estudiantil del movimiento del 68, divulgador científico y escritor, acuñó el término del Síndrome del 68, cuando exponía la parálisis de los gobiernos y su miedo por hacer uso de la fuerza pública, especialmente del Ejército, en situaciones de crisis, por lo ocurrido el 2 de octubre que ocurrió la masacre estudiantil. Preferían mil veces dejar impunes actos delictivos, que ejercer el monopolio legal del uso de la fuerza para no aparecer como represores.

Al hilo de esta conclusión, bien pudiéramos hacer un paralelismo y por lo ocurrido en el tema del rechazo a los apoyos económicos a la iniciativa privada ante la pandemia del coronavirus, podríamos decir que el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) padece también una especie de Síndrome Fobaproa, que le hace descalificar cualquier entrega de fondos públicos “a los de arriba”.

Como se sabe, el llamado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), creado en 1990 como una reserva de dinero para enfrentar una eventual crisis económica, se convirtió en la principal bandera política de AMLO desde que era jefe de gobierno de la Ciudad de México, donde construyó su primera candidatura presidencial en el 2006, que perdió ante Felipe Calderón. En el libro que escribió sobre el tema, López Obrador denuncia que lo ocurrido con el Fobaproa en 1994, cuando se avaló que lo utilizado para el rescate bancario de ese fondo se transformara en deuda pública, significó el saqueo más grande de la historia y el mayor acto de corrupción que no debía quedar impune.

En este episodio, ciertamente un abuso de poder por donde quiera que se le vea, parece estar el origen de la repulsión del Presidente a todo lo que implique destinar recursos a la iniciativa privada, como ha quedado más que claro en los encontronazos que ha tenido con las cúpulas empresariales que están en desacuerdo con su programa económico para enfrentar la contingencia del COVID-19, justo por no contemplar apoyos para las empresas. 

Esta distorsión del Presidente hizo crisis ayer al desconocer y reprobar los “moditos” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por haber llegado a un acuerdo con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) para la entrega de créditos para alrededor de 30 mil micro, pequeñas y medianas empresas, que ya habían celebrado y reconocido las Secretarías de Hacienda, de Economía, y hasta la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Si bien es loable que el Presidente insista en que ante la contingencia sanitaria primero debe apoyarse a los más pobres, debe entender que apoyar con una estricta transparencia a las empresas que generan empleos también es ayudar a los trabajadores al no cerrar su fuente laboral. 

Urge que el Presidente supere su Síndrome Fobaproa que lo enfrenta con el sector empresarial y que ayer lo hizo cometer un yerro más al condenar un programa de apoyos que gestionó la iniciativa privada y que no implica un solo peso del erario.

jbarrera4r@gmail.com

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