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El SNTE y sus nuevos dirigentes

Aunque pasaron un tanto desapercibidas en medio de una agenda pública que tiene poco espacio para la vida sindical, en los últimos días se efectuaron las primeras elecciones directas por la titularidad de las secciones 16 y 47 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Quedaron definidos los representantes laborales de los maestros, trabajadores administrativos y jubilados del sistema de educación básica en el Estado.

En la Sección 16, el nuevo secretario general es Leonel Mayorga Anaya. En tanto, la Sección 47, de las más numerosas del país, el dirigente sindical será Ilich González Contreras.

La lectura inicial de estos procesos internos es que los docentes (dicho así, en términos generales) decidieron un cambio de ruta. Le quitaron el control a las cúpulas que desde hace años se habían beneficiado de las canonjías en el sindicato, de las cuotas de los trabajadores y que pactaban acuerdos para beneficio grupal, pero no general.

La elección tiene el valor de una novedad: los maestros y los trabajadores administrativos tuvieron la oportunidad de votar en libertad y eso, como en la mayoría de los viejos sindicatos mexicanos, no había ocurrido antes.

¿El resultado garantiza un resurgimiento de estas dos secciones del SNTE? Mejorarán de inmediato las condiciones de los docentes, sus prestaciones y beneficios. ¿También  las de los jubilados? La respuesta es que no. No al menos en de manera inmediata.

Pero tanto Leonel Mayorga como Ilich González tienen ante sí oportunidades muy valiosas para modificar el rumbo tradicional de las cosas.

En el caso, por ejemplo, de la representación ante el Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (IPEJAL), están en posibilidad de exigir una auténtica mejoría y modificar las reglas internas que le dieron manga ancha a los ex funcionarios que decidieron las inversiones que hoy tienen postrado al Instituto y en riesgo de colapso en unos pocos años.

Sólo los integrantes de la Sección 47 del SNTE suman alrededor de 50 mil personas. Si se lo proponen, pueden incidir de manera definitoria en el IPEJAL.

Por otra parte, los maestros en general son víctimas del desmantelamiento que ha sufrido el sector educativo público en todo el país. Si bien las condiciones del sector en Jalisco son mucho mejores que, por ejemplo, las que se presentan en entidades como Oaxaca, Michoacán o Nayarit, también es cierto que los maestros viven la misma incertidumbre en cuanto al plan de estudios, la capacitación errática (cuando la hay), el escaso acceso a la tecnología y conflictos tan elementales como el retraso en el pago de sueldo por problemas administrativos que no se resuelven o se resuelven tarde, en las oficinas centrales de la Secretaría de Educación.

Los dirigentes sindicales, no hay que olvidarlo aunque parezca una obviedad, se deben a los trabajadores, no a los patrones. Los nuevos secretarios, en especial Ilich González, llegan al cargo en un escenario de aparente adversidad y enfrentando la resistencia de quienes habían sido beneficiarios de un manejo parcial del sindicato.

Pero también tienen la legitimidad de un triunfo en las urnas y la oportunidad de que en el SNTE no hay una maestra Elba Esther o uno de los tradicionales caciques.

A diferencia de lo que pasó en el Sindicato de Trabajadores Petroleros de Pemex, sí hay oportunidad de cambiar, y de hacerlo para mejorar.

La administración del Presidente López Obrador ha cumplido con dar libertad de elección interna a los sindicatos, aunque particularmente al de maestros lo ha dejado solo en medio de la crisis del sector educativo.

Los maestros y su sindicato tienen peso específico. Ahora pueden reorganizarse y recuperar el objetivo que les debe dar sentido: educar a las nuevas generaciones.

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