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El Peribús real y el que imagina Alfaro

Por donde se vea, el Peribús será una de las mejores inversiones para la ciudad con el dinero de los tapatíos. 

Mejor, incluso, que la Línea 3. 

Estoy seguro que muchos desconocen este dato. El Peribús costará tres veces menos que la Línea 3 del Tren Ligero, tendrá un potencial de viajes superior (354 mil contra 233 mil), y quizá lo mejor, la ejecución de la obra, pese a los retrasos, tardó menos de la mitad. 

Entonces, ¿por qué no construimos primero el Peribús? Era más barato, movía más pasajeros y demoraba menos su ejecución. 

En su momento, la clase política y gobernante decidió que un tren era mejor trofeo para la posteridad que un BRT. Pero ahora, con ambos sistemas funcionando, el orden de llegada es irrelevante aunque la prioridad fuera al revés. 

Y es que las ganas de lucir de un político son casi tan intensas como la ansiedad por el siguiente cargo con más poder. Por eso distingamos entre el Peribús que operará a partir de este domingo y el que aún es una promesa del gobernador. 

El Peribús que operará este domingo soluciona un problema añejo de movilidad indigna en Anillo Periférico. Los usuarios, en vez de recetarse algunas de las 300 paradas para recorrer el circuito, ahora bastarán 42 estaciones. 

En promedio, el usuario acortará 15 minutos su viaje.

Con la tarjeta de prepago, los transbordos entre rutas troncales y complementarias serán gratuitos, mientras que entre alimentadoras y troncales pagaremos la mitad. 

Con este sistema termina la infame 380, símbolo tapatío del transporte público deficiente que soportamos por décadas en ese derrotero. 

El sistema BRT, en resumen, funcionará. Cumplirá con mover a miles de pasajeros en condiciones más dignas. Ya aceptó el gobernador, algunos elevadores no operarán, quedan varios pendientes; la obra necesita aún dos años de inversión y trabajo. 

Esa es la otra parte del Peribús aún incumplida: nos vendieron un proyecto de renovación urbana. Ciclovías, banquetas para el peatón, semáforos inteligentes, videovigilancia y un plan de reforestación de 27 mil árboles («el corredor más verde de todo el país», lo presumieron), todo aún sin materializar.   

Todas esas obras complementarias para dotar de seguridad vial y renovar el paisaje urbano en la arteria más peligrosa de la Ciudad todavía son un power point. 

Lo que inicia el domingo tiene la virtud de ser una obra funcional, pero también con el apremio de cortar un listón para la foto y cumplir una promesa que, en estricto sentido, aún le falta mucho. 

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