El PRI rechazará la reforma electoral
La semana pasada se instalaron las mesas que discutirán en la Cámara de Diputados la reforma electoral propuesta por López Obrador.
Algunos piensan que, tras el apoyo del PRI a la reforma constitucional en el tema de la militarización de la seguridad pública, también apoyará a Morena en los cambios electorales.
Me parece que no será así.
Veamos qué es lo que propone la reforma de AMLO y porque el PRI no lo respaldaría.
1. La elección popular de los siete integrantes del Consejo del nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas.
Para nadie es un secreto que el propósito de esta propuesta es aprovechar la ventaja que hoy tiene Morena en las intenciones de voto para conseguir que la totalidad o la gran mayoría de los integrantes de la máxima autoridad electoral esté formada por personajes proclives a la 4T, como seguramente ocurriría si se aprueba este mecanismo de designación.
Vale el mismo argumento para el caso de los Magistrados del Tribunal Electoral.
En los hechos sería el retorno del control pleno del Gobierno a los organismos electorales, como era antes de 1994.
Solamente que el PRI tuviera una vocación suicida admitiría votar a favor de ese cambio constitucional, por lo que dudo mucho que prospere.
2. La desaparición de los diputados uninominales y la composición de la Cámara sólo en términos de la representación proporcional.
El sistema que tenemos actualmente impide que haya una sobre representación excesiva de la fuerza política mayoritaria. Fue diseñado para permitir la presencia de las fuerzas políticas minoritarias. El efecto de la reforma, basada en la representación proporcional sobre la base de listas estatales, dispara la presencia de la fuerza mayoritaria. De este modo, por ejemplo, Morena, que hoy tiene el equivalente al 55 por ciento de los diputados, podría pasar a tener el 75 por ciento de los asientos. El PRI se quedaría con un número muy pequeño de curules y escaños, así que existen todos los incentivos para rechazar esta medida.
3. La eliminación del financiamiento público para gastos ordinarios de los partidos políticos.
La medida puede tener un gran respaldo público pues abona en la narrativa de quitar de la carga de los contribuyentes el sostén de las burocracias partidistas. El efecto que tiene es que debilita a los partidos minoritarios, que tienen una menor base de militantes y, con el control de las autoridades electorales, puede permitir que se diseñen mecanismos para usar recursos públicos para apoyar a Morena. Esa disposición también apunta a darle al partido en el poder ventajas de carácter permanente en la competencia electoral.
Vivimos tiempos inéditos y todo puede pasar en la política nacional, sobre todo porque buena parte de nuestra clase política no tiene palabra de honor.
Sin embargo, creo que precisamente por ese pragmatismo, los priistas no van a aceptar las medidas sustantivas de la reforma propuesta.
Me parece, en cambio, que la “madre de las batallas” va a estar en la sustitución de los cuatro consejeros del INE que habrán de cambiar a partir del próximo mes de abril.