“El Niño de Oro” en el Atlético de Madrid
“Voy a demostrar que tengo cualidades futbolísticas de tipo internacional. Soy un goleador nato, pero me siento un jugador completo para demostrarlo en España; no me asusta su futbol fuerte”. ¿Quién más podría haber pronunciado esas frases si no Hugo Sánchez?
Lo que resulta notable es que ese Hugo Sánchez tenía 23 años, hasta entonces nunca había jugado en una Liga europea y estaba por emprender una aventura cuyo resultado no era para nada descontado: había sido fichado por el Atlético de Madrid, el mismo equipo que hizo oficial ayer la contratación de Héctor Herrera.
En 1981 la llegada de un jugador mexicano a la Liga española era un hecho inédito en la era moderna del deporte y el tema se volvió objeto de discusión pública.
“Ya era tiempo de que se acaben los atavismos y se crea que un futbolista mexicano debe lucir sombrero de charro”, decía Alfonso Cabeza, el presidente del Atlético de Madrid.
Desde las páginas de EL INFORMADOR, Jaime “Tubo” Gómez le deseaba suerte al delantero que recién se había coronado campeón con Pumas. “Hugo tiene la capacidad necesaria para superarse, abrir el mercado al jugador nacional y poner en alto el prestigio del futbol mexicano”, escribía el portero del Chivas campeonísimo.
“Buscaré otro horizonte, otras técnicas de ver el futbol”, decía Hugo con tono visionario. Una de sus últimas diligencias antes de partir a España es ir a Ciudad Universitaria por su título de odontólogo. México se vuelve una casa gigante: en la calle, en el rojo de los semáfaros la gente se le acerca para desearle suerte como a un pariente lejano que se muda de país.
Considerando su faraónica autoestima, las expectativas de Hugo (o al menos las que admitía públicamente) eran inusualmente moderadas, probablemente porque se iba prestado sólo por un año con opción de compra. “Espero jugar en España cinco o seis años para después finalizar mi carrera en un club más pequeño en el futbol de Estados Unidos”.
A final de cuentas, Hugo iba a jugar 11 años consecutivos en España e iba a ser cinco veces goleador de la Liga. Llegó a Madrid como “Niño de Oro” y se fue como “Pentapichichi”. El precio a pagar fue su relación con el Atlético, que dejó en 1985 para pasar al Real Madrid. Hasta el día de hoy cualquier indicio de su paso por el club colchonero es objeto de vandalismo por parte de los aficionados.
A diferencia de la contratación de Hugo, la llegada de Héctor Herrera al Atlético entra en los parámetros de la normalidad; no se ha vuelto objeto de discusión nacional, y eso es un indicio del avance del futbol mexicano. Por otra parte, el que en casi 40 años sólo Rafa Márquez haya sido capaz de aproximarse a la epopeya de Hugo indica la lentitud con que se ha dado ese avance.