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El Mañanero, los pilotos y el “Horario De Dios”

Señoras y señores, niñas y niños, del mismo país que les ha traído el “Siempre No”, el Chupacabras, la rifa del avión sin avión y tantos más, ahora, por cortesía del secretario de Salud, Jorge Alcocer, México le trae al mundo el “Horario De Dios”. Recientemente dijo: “Si debemos mejorar nuestra salud, no debemos luchar contra nuestro reloj biológico, lo recomendable es volver al horario estándar, que es cuando la hora del reloj solar coincide con la hora del reloj social, el reloj de “Dios”. Alegó que el cambio de hora altera el tiempo de exposición al sol y desequilibra el reloj biológico. Enunció también los efectos adversos por el cambio de horario, la irritabilidad, somnolencia, menor productividad y mayor riesgo de infartos. 

Es por esto que para “proteger a los mexicanos” se ha decidido terminar con el horario de verano. Bueno, pero no para proteger a todos los mexicanos sino sólo a un porcentaje. Me explico. México se extiende a través de tres husos horarios “de Dios”: los correspondientes a los 90°, 105° y 120°. Por lo tanto, debería de tener tres horas distintas, la del Oeste, la del Centro y la del Este. Por ejemplo, el “Horario De Dios” de la Península de Yucatán debe de ser distinto a la del Centro del país (una hora más). Pero al parecer a los legisladores no les importa la salud de todos los mexicanos. En forma arbitraria, sin tomar en cuenta las recomendaciones del secretario de Salud y poniendo en riesgo de infartos a millones de ciudadanos, han determinado que el país tendrá el horario que ellos decidan. Así de simple.

Y si de proteger la salud de los mexicanos se trata, al secretario le falto hablar de un tema muy importante: el jet lag social generado por las “pachangas” de los fines de semana, que religiosamente organizan millones de mexicanos. Esto es más peligroso que el horario de verano que cambia una sola vez al año, una afrenta semanal al “Horario de Dios”. El jet lag social es la discrepancia entre la hora en la que el cuerpo quiere dormir y cuando una persona realmente lo hace. Por ejemplo, si entre semana la persona se duerme a las 11:00 p.m. y se despierta a las 7:00 a.m. y los fines de semana se duerme a la 1:00 a.m. y se levanta a las 9:00 a.m. son dos horas de desfase del horario social. Al acostarse más tarde los viernes y sábados por la noche y despertarse los días siguientes dos horas más tarde, esencialmente se está obligando el cuerpo a cambiar de zona horaria. ¿Se debería legislar que bares y restaurantes cerrarán a las 10:00 p.m. para no incentivar el cambio del “Horario de Dios”? Por cierto, por esto de las pachangas de los fines de la semana existe San Lunes, Patrono de la salud y protección de los infartos. Esta podría haber sido una solución para el horario de verano, instituir oficialmente una vez al año este Santoral. ¿Hacemos una encuesta?

Los legisladores también deberían reconocer a los héroes que exponen sus vidas diariamente desafiando el “Horario de Dios” para mejorar nuestras vidas: los pilotos y todos los relacionados con la industria aérea. Imagínense como serían nuestras vidas sin ellas y ellos. ¿Y qué decir de los servidores públicos y periodistas madrugadores, que deben levantarse a las 5 de la mañana para acompañar o escuchar la mañanera del Presidente? La ex secretaria de Economía reconoció en su renuncia que el cambio frecuente de su “Horario De Dios” le estaba perjudicando su salud.

Por último, el importantísimo tema mencionado por Félix Salgado Macedonio que votó en contra del horario de verano (senador en 1996). Según él, adelantar una hora el reloj impedía su cotidiano mañanero. Bien lo dijo Salvador Dalí: “de ninguna manera volveré a México, no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. Ante los resientes acontecimientos, como dice el dicho popular en Estados Unidos, I rest my case. México mágico.
 

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