El Hamlet del CUCSH
El jueves, asistí a la última función de temporada que ofreció la pequeña y muy entusiasta Compañía de Teatro Jurídico formada por estudiantes de Derecho, y que se presentó en el Auditorio Jurídico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Nunca había ido al “nuevo” CUCSH, me dio algo de nostalgia ver estos nuevos edificios porque yo, que no fui estudiante del centro de antaño, sí asistí a varias conferencias, ponencias y eventos que se ofrecieron ahí y siempre me sentí parte, las universidades públicas nos hacen sentir parte de algo más grande. O por lo menos así me pasa a mí.
La primera vez que llegué, me impactó aquel magno auditorio que lleva el nombre de Salvador Allende, ¿de qué me había perdido tantos años para no haberlo sabido antes? El puro nombre despertó y despierta en mí un enorme respeto por la historia latinoamericana que en esos inicios -como preparatoriana y luego universitaria-, habrían forjado algún tipo de criterio que ahora me hace analizar y ver las cosas como creo que las veo (para bien y para mal). La debilidad del trópico, le llaman algunos. La nostalgia por el viejo edificio pasó muy pronto, es más, en cuanto empecé a andar entre pasillos y vi mantas en contra del sistema (de cualquier sistema), sentí otra vez aquel brío que sólo se tiene en la juventud. En cuanto leí consignas bien planteadas hechas con grafiti en algunos muros, en cuanto vi pintas y afiches y el nuevo mural que sigue teniendo a la cabeza al mártir por excelencia de esta nuestra América Latina: Salvador Allende, todo quedó en su lugar.
Así fue como llegué al pequeñititito auditorio en el que los jóvenes actores ya en su papel y concentrados, nos esperaban a nosotros, el público, a pasar a ver nada más y nada menos el clásico de Shakespeare, Hamlet. Del texto en el que se recoge la humanidad completa, no haré mención, eso nos toca a cada uno. De lo que sí quisiera hablar es de cómo, un grupo de estudiantes dirigidos por Sergio Quiñones, profesor e investigador del centro, convocó a estos muchachos a los que, el teatro, los clásicos, y la representación de ellas, servirían para sus propias habilidades al ejercer la abogacía. Lo que inició como un proyecto pedagógico, ha ya evolucionado en un proyecto cultural, nada más esperanzador y conmovedor. Y es que es imposible que una obra de esa magnitud, no mueva las verdaderas fibras humanas de cualquier joven (o viejo), estudie o quiera dedicarse a lo que piensa en ese momento de su temprana vida. En una cajita pequeñita, con la más básica escenografía, esta compañía ha funcionado por dos años y cuenta en su haber ya 9 montajes con los que ha logrado sostener temporadas de teatro con asistencia gratuita para todo público. Si la Universidad de Guadalajara bajo el legado del fallecido Raúl Padilla López, dejó una impresionante estructura cultural, no será que estos muchachos puedan usarla dado que son los propios estudiantes los que mueven a la estructura.
Yo no sé que tan buenos abogados vayan a ser, pero sé que la formación que están recibiendo da para que sean grandes personas. Finalmente, si una obra de estas no genera eso, no sé qué lo haría. Ojalá más de alguno, reconsidere y se reconozca como artista. Por ahí, vi mucha madera.
Felicidades a todos los muchachos y a su director y que sigan las temporadas, seguiremos asistiendo…
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina