Ejercicio
A lo largo de mi vida he hecho ejercicio de forma intermitente. Desde practicar box, natación o ir al gimnasio, el ejercicio nunca se ha alejado por completo de mi vida, pero nunca lo había visto como una prioridad hasta hace poco tiempo. En el día a día, colocaba temas como el aprendizaje, el trabajo, y otras actividades por encima del ejercicio. Al momento de escribir este artículo, llevo poco menos de un mes haciendo ejercicio casi todos los días con intenciones de seguir haciéndolo. Decidí escribir sobre este tema ya que cuando termino la rutina del gimnasio y voy camino al vestidor, un sentimiento de plenitud me rodea. Como todo buscador de conocimiento, me metí a investigar las implicaciones biológicas de hacer ejercicio y sus beneficios. Veamos.
Según la investigadora científica Coral Sanfeliu, el ejercicio aumenta la capacidad cognitiva del ser humano y nos impulsa a llegar al límite de nuestras habilidades. En nuestro cerebro, el hipocampo y la corteza prefrontal se encargan de las funciones de memoria y control cognitivo y son sensibles al ejercicio que realizamos. Esto significa que cuando realizamos actividades físicas hay una repercusión directa en nuestro cerebro.
Una misconcepción común es creer que a una edad adulta nuestro cuerpo no genera nuevas neuronas, pero esto no es así. Se ha descubierto que la actividad física que realizamos incrementa nuestro conteo neuronal, un proceso conocido como neurogénesis. Esto ocurre debido a que ciertos compuestos de la sangre entran al cerebro y aumentan conforme realizamos actividades físicas.
Hoy en día, la salud mental es uno de los principales retos a los que se enfrenta nuestra sociedad. Hacer de nuestra salud mental una prioridad es esencial para vivir de una forma más plena. Haciendo alusión a esto, se ha descubierto que el ejercicio que se realiza de manera cotidiana tiene efectos antidepresivos. Esto sucede debido a que a través de la actividad física se equilibran neurotransmisores tales como la dopamina y la serotonina, encargada del control de emociones. Es por esto que al momento de terminar de hacer ejercicio llega a nosotros una sensación de paz y estabilidad.
Aparte de los beneficios anteriores, se ha descubierto que realizar actividad física a partir de los sesenta años de edad disminuye la probabilidad de obtener alzhéimer. Asimismo, hay una correlación directa entre realizar ejercicio e incrementar nuestra esperanza de vida.
Me atrevo a decir que no hay nada más importante que mantener nuestras mentes y cuerpos sanos. Interpretemos el hacer ejercicio no como un lujo sino como una necesidad. Tomemos el deporte como un escape terapéutico recordando los beneficios que genera en nuestros cuerpos. El ejercicio no solo cambia nuestro cuerpo, sino que moldea nuestra mente y emociones.
Cesáreo Escobedo