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Ejecución de Aristóteles y narco-Estado

La ejecución de Aristóteles Sandoval Díaz, la madrugada del viernes 18 de diciembre en Puerto Vallarta, es un hecho con pocos precedentes en la historia política de Jalisco. Según el recuento de Javier Hurtado, Sandoval es el sexto gobernador asesinado en 200 años de Jalisco como Estado federado de México.

Antes de Aristóteles Sandoval fueron asesinados cinco mandatarios: 1) general José María Blancarte, muerto en una batalla el 24 de octubre de 1853; 2) Santos Degollado, muerto en una batalla entre liberales y conservadores el 15 junio de 1861; 3) Ramón Corona, asesinado en el centro de Guadalajara por Primitivo Ron el 11 de noviembre de 1889. Se dice que el autor intelectual fue Porfirio Díaz, celoso de la carrera política del gobernador de Jalisco; 4) el general José María Mier de los Santos, 8 julio 1914 en la batalla por la toma de Guadalajara por los Constitucionalistas; y 5) Manuel M. Diéguez, el 20 abril 1924 fusilado por órdenes de Álvaro Obregón.  

Aristóteles Sandoval es el sexto gobernador en la historia política de Jalisco asesinado. Pero con una diferencia relevante que remarcó el director del Colegio de Jalisco, Javier Hurtado. Los anteriores cinco gobernadores fueron asesinados directamente en el campo de batalla o por reyertas políticas entre las facciones que dirigían el país. 

La ejecución de Aristóteles Sandoval no se da en medio de una guerra civil en México, pero sí en medio de una guerra no convencional detonada a partir de la estúpida decisión del presidente Felipe Calderón de declarar la guerra contra el crimen organizado para tratar de conseguir cierta legitimidad política tras haber llegado al poder con cuestionamientos de fraude electoral. 

En estos catorce años ya de despliegue de esta supuesta guerra contra el narco (falsa porque las organizaciones criminales son más grandes, más ricas y más poderosas), la violencia que la ha acompañado ha impactado enormemente a la sociedad con su estela de asesinatos, fosas y desapariciones, modificando sustancialmente las nociones sobre soberanía política, aumentando la infiltración del crimen organizado en la política profesional y la transformación del sistema mexicano en algo parecido a un Narco-Estado.

No parece haber duda de que la ejecución de Aristóteles Sandoval es una operación ejecutada por el crimen organizado, como lo revelan el testimonio de que el comando era integrado por 30 sicarios y la grave irregularidad de haber limpiado el bar Distrito 5 de la mayoría de pruebas e indicios del crimen cometido. Curiosamente las cámaras de videovigilancia del municipio no funcionaban. Además la respuesta policial local no fue inmediata. Todos estos elementos no dejan dudas sobre el involucramiento del crimen organizado en la comisión del asesinato de Aristóteles Sandoval. 

Y no puede dejar de citarse en sus años recientes en el servicio público, como presidente municipal de Guadalajara y como gobernador, varios allegados o colaboradores directos de Aristóteles Sandoval fueron asesinados en hechos imputados al crimen organizado. Entre ellos el secretario de Turismo, Jesús Gallegos, apenas en la segunda semana de iniciado su sexenio en marzo de 2013. Y hacia el final del sexenio, el atentado contra el ex secretario de Seguridad y fiscal, Luis Carlos Nájera. 

Sin haber investigaciones concluyentes sobre estos hechos, la mayoría se han atribuido al cártel predominante en Jalisco, y para nadie es una novedad que el Cártel Jalisco Nueva Generación ha crecido y se ha fortalecido en los últimos tres sexenios, incluido de manera relevante en el periodo del gobernador priista.

Y la presencia de un cártel de estas dimensiones en un territorio que en teoría su soberanía y ejercicio legal de la violencia corresponde al estado, lo que ocurre en Jalisco en décadas recientes nos dice que eso no existe, que ciertos territorios y ciudades quien manda, quien decide quien vive y quien muere y quien en definitiva ejerce de facto la soberanía (de la violencia y de la política) son las organizaciones criminales con quienes las autoridades se deben enfrentar, pactar o corromper. 

La ejecución de Aristóteles Sandoval es la confirmación de que en Jalisco existe un entrelazamiento de soberanía y que no existe un Estado legalmente constituido que imponga la ley, sino un terreno pantanoso de funciones, facultades y negocios lícitos e ilícitos que parecen definir a un Narco-Estado.

rubenmartinmartin@gmail.com

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