Educación: otro legado para el que viene
Nunca, en la historia moderna de México, la educación ha sido tan ignorada como ocurre actualmente. Más allá de los pleitos políticos entre autoridades y universidades públicas, los dos años de pandemia restaron significativamente a este activo social que marca y transforma sociedades.
Por supuesto que hay matices. Sin la alerta sanitaria, la mutación del modelo educativo difícilmente habría llegado a Internet. Sin la pandemia, muchísimos profesores y alumnos aún tendrían serios problemas para acercarse a una computadora y hoy, debido a un virus, esa brecha se redujo notablemente.
El problema radica en que la educación a distancia no tiene el impacto que sí dan las aulas. El proceso de aprendizaje en el país recibió un duro golpe cuando la cuarentena por Covid-19 obligó a alrededor de 30 millones de alumnos de todos los niveles educativos a quedarse en casa para evitar los contagios.
Y los gobiernos, tanto el federal como el de Jalisco, se han encargado de darle una dura estocada adicional.
En cinco años de la administración (2019-2023), el Gobierno de México prevé incrementar en 21.9% el presupuesto destinado a la formación de las nuevas generaciones. Pasará, en números redondos, de 746 mil millones a 910 mil millones de pesos. Es prácticamente el aumento inflacionario acumulado en ese periodo: 20.4 por ciento.
¿Es un dato alarmante? Mucho. La formación en las escuelas es elemental. A partir de ella es como las naciones construyen a ciudadanos que pueden vivir sin preocuparse por cerrar sus puertas con doble candado, viajar en transporte público sin temor a sufrir un asalto, caminar por las calles con seguridad cuando alguien camina cerca o donde la desaparición de personas es una lejana utopía, un horror que sólo existe en países en guerra.
Por eso preocupa mucho que el presupuesto a este importantísimo rubro haya crecido apenas 1% más respecto a la inflación en cinco años.
Y en Jalisco el panorama es aún peor.
En nuestro Estado, el incremento real para la Secretaría de Educación de 2019 a 2023 (al menos en el proyecto que el Ejecutivo entregó al Congreso) es de 17.9%. Pasará de 32 mil 459 millones a 38 mil 278 millones en ese periodo. Los más de cinco mil millones extra pueden sonar muy bien, pero con una inflación récord como la actual, la realidad es que ese añadido sirve para trabajar con lo que se tiene y ya.
La Universidad de Guadalajara ya expuso su frustración al respecto. El “presupuesto histórico” que defiende el Gobierno de Jalisco para la casa de estudios realmente es de 16.8 por ciento en los últimos cinco años, por lo que también la educación media superior y superior del Estado se quedan por debajo de la inflación acumulada. Este gobierno no cubre ni la inflación a las escuelas.
Lejos de la política que hay detrás de esas decisiones, de que las personas que representan a instituciones tengan un malentendido personal o de partido, la realidad, medida en cifras, muestra un grave riesgo para la formación de las nuevas generaciones, para esas generaciones que hoy crecen entre miseria y corrupción, entre muerte y desaparición, y entre violencia en casa y modelos de aspiración más cercanos al narco que al crecimiento social.
En suma, este sexenio ha puesto en pausa a la educación y dejó esa herencia a alguien a quien realmente le importe gobernar. Y eso es tristísimo.