Ideas

Ebrard: suicidio en defensa propia

Marcelo Ebrard es un hombre paciente que sabe cuándo hacerse a un lado y cuándo dar un paso seguro hacia adelante. 

Un Ebrard de 40 años declinó en el 2000 a favor de Andrés Manuel para la Jefatura de Gobierno. Esperó y llegó su oportunidad para ocupar el mismo cargo en 2006. 

En 2011 volvió a dar un paso atrás para que Andrés Manuel, otra vez, se ungiera con la candidatura presidencial del PRD. En esa ocasión perdió en la encuesta y aceptó el resultado pese a 32 cuestionarios irregulares. 

Ebrard esperó seis años y tras un silencioso exilio en Francia resurgió políticamente en 2018 con el triunfo de AMLO. Como canciller ocupó una posición estratégica y fue un hombre clave en los dos impases más arduos del sexenio: la pandemia y la relación con Donald Trump. 

El resorte que anima la carrera política de Ebrard podría enunciarse en dos palabras: renuncia y gratificación. Pero esa lógica, 23 años después de la primera, su primera gran abdicación, tiene ahora un elemento en contra: el tiempo. 

Hoy Ebrard tiene 63 años. Las condiciones cambiaron para aceptar una imposición de Claudia Sheinbaum como la candidata presidencial esperar su momento.  

Ebrard reventó ayer el proceso morenista de selección de candidato presidencial al acusar que hubo irregularidades en 14.4 por ciento de los cuestionarios de las encuestas, lo que invalidaba la legitimidad del resultado que al final favoreció a Sheinbaum.   

De esta manera, el ex canciller invirtió su suerte porque la dialéctica de su destino político le mandaba tragar cuero para recoger su recompensa más adelante. 

En lugar de eso decidió quemar sus naves. Se cuidó de evitar la palabra fraude, pero enarboló el mismo discurso victimizante que aprendió de su maestro López Obrador ante procesos electorales que no le favorecen.  

Con esto Ebrard abrió un impasse de cara al 2024. Él ha dicho que no quiere cargos en el gabinete ni en el Senado. Su aspiración es contender por la Presidencia. 

En una entrevista nacional ayer por la tarde, a pregunta expresa acerca de si había posibilidad de contender por la Presidencia fuera de Morena, respondió: “Siempre estará vigente (esa posibilidad)”. El lunes anunciará qué sigue para él. 

Un salto a Movimiento Ciudadano, como se rumora, sería un suicidio en defensa propia porque Ebrard sabe que con Andrés Manuel López Obrador ha llegado a lo más lejos que lo podía llevar. Ahora le toca saltar al vacío; el tiempo ya no está de su lado. 

jonathan.lomeli@informador.com.mx

Síguenos en

Temas

Sigue navegando