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EZLN: cerco y lecciones de democracia

De manera justificada, las manifestaciones feministas en la Ciudad de México y otros estados del país dominaron las primeras planas de los medios informativos este fin de semana. Probablemente por cubrir ese tema o porque de por sí se suele ignorar la información del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se pasó por alto un importante comunicado que el sábado dio a conocer el subcomandante Moisés, vocero oficial del neozapatismo. El nombre del comunicado es explícito: “Y rompimos el cerco”.

Desde agosto de 2003, tras la traición del Estado y de la clase política que incumplió los Acuerdos de San Andrés que ya firmados con el EZLN, esta agrupación compuesta de comunidades indígenas mayas anunció su intención de ejercer la autonomía de facto.

Entonces anunciaron la creación de 27 Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez) y de cinco Caracoles y Juntas de Buen Gobierno (JBG). El sábado pasado el EZLN anunció la creación de otros cuatro Marez y siete Juntas de Buen Gobierno. La cifra de municipios autogobernados por los zapatistas es de 31 y de doce Juntas de Buen Gobierno.

La noticia es importante porque se trata del crecimiento de este grupo rebelde y porque el neozapatismo ha demostrado en estos años que se puede tener una democracia desde abajo, muy distinta a la democracia liberal representativa.

La forma de organización política zapatista parte de cada comunidad donde hay una asamblea que es la máxima forma de gobierno; en asamblea comunitaria, a su vez, se eligen desde abajo a quienes serán sus autoridades en los Consejos Municipales. Y en estos consejos, a su vez, se eligen a dos o tres delegados a la Junta de Buen Gobierno, que es una articulación regional de un grupo de municipios autónomos.

Parece sencillo, pero es una compleja forma de organización política que por un lado recupera saberes y tradiciones comunitarias de los pueblos mayas, y a la vez suma conocimientos del pensamiento crítico contemporáneo, como bien ha destacado el sociólogo Raúl Romero.

De esa amalgama resulta una forma de hacer política y de gobernarse que hace añicos la forma liberal de la política basado en el individuo (un ciudadano que vota cada tres años) y que delega el poder de decisión en el representante, por lo general un político mentiroso y corrupto.

En las asambleas zapatistas participan todos desde los 16 años y todos deben participar en las tareas de gobierno, de modo que todos participan en este autogobierno autónomo de las propias comunidades, lo que evita la separación de gobernados y gobernantes y hace innecesarios ritos e instituciones tan corrompidas en la política liberal, como las campañas electorales y los partidos políticos.

Los zapatistas están lejos de haber creado el paraíso político, pero sí han creado otra política y formas de gobierno autónomo que al menos los aleja de los horrores de la guerra y de la crisis del Estado capitalista que vivimos la mayoría de los mexicanos.

En territorio zapatista, como bien resaltó Raúl Romero, no hay feminicidios, no hay crimen organizado, no hay robos, no hay ni campañas ni partidos costosos, y tampoco una clase política corrupta y ambiciosa. Y desde esas otras formas de hacer política están mejorando sustancialmente la realidad material de sus pobladores. Eso que el liberalismo prometió desde 200 años y que ha incumplido. 

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