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Dura encrucijada

Gabriel se sobresaltó al escuchar el timbre de su despertador, lo primero que hizo fue mirar el reloj, aquel que a pesar de los veinte años de uso le seguía cambiando de pila con puntualidad obsesiva cada mes haciendo honor a su profesión de doctor en psiquiatría. Gabriel lo conservaba como recuerdo de un paciente al que rescató de una terrible depresión quien siempre se despedía aludiendo a un trozo de un poema de O. Paz: “todo lo que soñé dura un minuto y es un minuto todo lo vivido”. 3:15 de la mañana, pese a la incomodidad pensó, nadie le dijo que estudiara psiquiatría así que atender la llamada.

Reconoció de inmediato la voz de Carmina que angustiada le decía que “tito” su hijo estaba pasando por un crisis manifestada con actitudes y acciones violentas y agresivas, comenzó rompiendo todo lo que hallaba a su paso y en tres ocasiones intento golpearla. ¿Le haz estado dando sus medicinas? Pregunto Gabriel ahora en calidad de psiquiatra de ambos, madre e hijo. Carmina sintió que se le hundía el piso, Gabriel no te comente por pena pero desde hace quince dias se las retire porque me aconsejaron que las cambiara por dosis de cannabis medicinal.

El enojo de Gabriel estuvo a punto de obligarle a cortar la llamada, de inmediato se calmó, por favor Carmina habíamos quedado en seguir puntualmente el tratamiento de “tito” con los medicamentos que le receté. Dale ahora mismo un Tafil de 0.5 mg, Prozac y Kepra, se dormirá y temprano me llamas. Paso la crisis y Carmina aparto cita con Gabriel.

En lo que conciliaban el sueño madre e hijo, ella se puso a recordar que a los cinco años diagnosticaron a “tito” con autismo y con cierto y raro trastorno de base neurológica que le impulsa a la agresividad, pronto aparecieron por un lado las crisis de agresividad de “tito” y por el otro las discusiones matrimoniales de la pareja, a los pocos meses, con las primeras crisis del niño Carmina paso a engrosar las filas, por cierto cada día más largas, de las divorciadas.

Martincito, “tito” de cariño, recién cumplió 23 años, Gabriel lo sigue tratando, también a Carmina que ha soportado estos 18 años con una postura verdaderamente heroica.

La pregunta de Carmina a Gabriel en sus consultas se ha vuelto disco rayado, lo mismo que la respuesta: ¿Qué hago Gabriel? vivo, en un estado de total confusión, afligida, sin ánimos y apurada siempre para pagar los medicamentos de mi hijo, convéncete mujer, la única opción que tienes y que además es para bien tuyo y de “tito” es que lo internes en un centro psiquiátrico donde lo atenderán y lo controlarán; podrás visitarlo con la frecuencia que programen y tu podrás estar más tranquila; como en otras ocasiones aparecieron las lágrimas en el rostro de Carmina, esos misterios dolorosas que provoca el amor de madre, un amor que devora, fatiga y exige; una vida, la de ella, que tras 25 años se refleja en un espejo deformada.

Ha sido tal el sufrimiento de esta madre que lo hace ocupar el lugar de lo sagrado. Lo irrebatible es que Carmina esta parada ante un dilema que le pone a prueba su buen juicio, Gabriel espera que la decisión sea sólo de Carmina.

Nota. Es una historia real, tan reciente como que sucedió el pasado domingo, los nombres son ficticios no así el papel de los personajes. ¿Cuántos casos como este existen en el anonimato?

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