¿Dónde está la Policía Vial de Jalisco?
¿Qué pasa si mañana desaparece la Policía Vial de Jalisco? Nada, absolutamente nada… porque ya es una corporación casi fantasma.
El tema tronó ayer en la Junta de Coordinación Metropolitana. Juan José Frangie, alcalde de Zapopan, lanzó un duro reclamo por la ausencia de la Policía Vial en la Ciudad: «Yo no veo que exista la Policía Vial», dijo. «Con un choque, se para toda la movilidad y el último que aparece es la Policía Vial», reclamó.
Frangie ejemplificó: tardas dos horas en llegar a un concierto como el de Coldplay, la vialidad colapsa con un partido de fútbol, un choque laminero paraliza por horas una arteria vial, no hay oficiales en cruceros conflictivos.
Lo secundó el alcalde de Tlajomulco, Salvador Zamora, ante la omisión para sancionar al transporte de carga en horario restringido: «Hay un relajamiento en supervisar que se cumpla la medida». El alcalde de Tonalá, Sergio Chávez, también alzó la voz y planteó la urgencia de revisar el asunto con el gobernador.
¿En qué notan la ausencia de la Policía Vial? Lancé la pregunta en mis redes y me sorprendieron más de cien comentarios en un par de horas. Resumo las respuestas. La ausencia de la Policía Vial se nota en:
Los autos aparcados en doble fila, los que se pasan el alto, las vueltas prohibidas, los choques lamineros con cuatro horas de espera, los semáforos apagados y mal sincronizados, las motos que circulan por la banqueta y pasos a desnivel, los atorones viales en conciertos y partidos de fútbol, los apartalugares cada día más dueños de la calle, los coches sin placas, con vidrios polarizados, el exceso de velocidad, los camiones de carga en horario restringido, los taxis piratas, el transporte irregular…
El problema parte del diseño institucional. Fue un error entregar la Policía Vial al mando de la Secretaría de Seguridad del Estado, una apuesta de la actual gestión estatal.
La razón del rediseño, fortalecer la seguridad pública, jamás ocurrió. En cambio, la labor de la Policía Vial se extravió en una secretaría con problemas más graves y urgentes que una vuelta prohibida. La Comisaria Vial, Blanca Minerva Magaña, ¿realmente manda a su gente?
La otra parte del problema somos nosotros, los ciudadanos. Hay una realidad: dejamos de temer a los agentes de tránsito. La incultura vial de conductores, motociclistas, ciclistas y peatones convirtió esto en una jungla urbana.
En los últimos seis años, el número de agentes viales decreció de mil 886 a mil 724 elementos en el Estado, pero el parque vehicular aumentó un 20%.
Por todo lo anterior esta ciudad es un caos.
Mariana Ceja Contreras, Presidenta del Consejo Ciudadano Metropolitano, le puso tamaño al reto, pero también a la esperanza: con mayor cultura vial, el tráfico disminuiría hasta una tercera parte; y si la autoridad aplicará la ley, bajaría otro 20%.
¿Quién no quiere una Guadalajara con la mitad del tráfico que padecemos?
Otra Ciudad es posible.