Dónde está el guapo
El futuro inmediato de México debe estar en manos de la sociedad civil.
No se entiende un cambio para mejorar si continúa la clase política gobernando los destinos del país y haciéndonos creer que sólo ellos pueden y que sus temas son lo importante y por ello inundan de declaraciones, descalificaciones y ofensas los medios de comunicación, que rápidamente los compramos y como caja de resonancia hacemos eco como si esos realmente fueran los temas importantes.
La clase política es y será un lastre para el funcionamiento del país.
En más de una ocasión hemos insistido en estas mismas páginas que no se ve en la historia reciente del país algún político que efectivamente haya contribuido a aportar una mejora sustancial a la vida nacional.
Los políticos de todos los partidos desde el poder y fuera de él son iguales; personajes en busca de sus particulares intereses dispuestos a conseguirlos, aunque en ello se lleven a correligionarios, amigos y hasta sus propias familias.
Ahora la decepción y enojo que provoca ya la 4T de López Obrador y sus seguidores en Morena parecen poner la mesa para que lo que siga ya no sea la alternancia, sino la efectiva llegada de la sociedad civil al poder.
Pero cómo, dónde esta el guapo o la guapa que puedan hoy liderar un movimiento con legitimidad y credibilidad para hacer contrapeso a los políticos y sus partidos.
No se ve por dónde.
Usted y yo sabemos que existen cientos de miles de conspiradores civiles opositores al actual régimen que se comunican y manifiestan todos los días en miles de chats de WhatsApp compartiendo ideas, reflexiones y sugerencias de cómo construir un México mejor.
Es una masa fantástica. Fundamentalmente la clase media.
Pero no hay unión: aunque piensan igual anárquicamente marchan en solitario.
El reto, pues, no está en encontrar a ese guapo o guapa que lidere un movimiento, sino en hacer coincidir ese universo de chats de conspiradores y ponerlos en sincronía marchando en una sola dirección.
Es un tema de Networking, dirían los nuevos pensadores utilizando este neologismo que significa poner en contacto y hacer coincidir a distintos ecosistemas en este caso de opositores.
Si se consigue que esa gran masa se conozca y comparta las ideas básicas de cómo mejorar en el corto plazo la vida publica del país, el movimiento en sí habría de arrojar a esos líderes que hoy son necesarios.
Sólo habría que cuidarse de la injerencia de políticos, ex políticos y aspirantes a políticos para quienes, como se vio en la gigantesca marcha del 26 febrero, los movimientos de la clase media son una suculenta presa y hábilmente se colaron a pesar de tener pasado, presente o futuro en la clase política.
Blindar a la sociedad civil de la voracidad política.
Pero de que se puede se puede.