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Don Gabriel... huellas

El oficio de ser periodista ofrece la oportunidad de conocer a personas de todo tipo, de todos los grados educativos o sin educación; con dinero y sin dinero, con calidad humana y sin ella; nos toca entrevistar a muchos cínicos y barbajanes, a gente prepotente, soberbia y déspota; a corruptos, mentirosos, falsos, marrulleros y manipuladores. Sí, así es esto.

Por eso mismo, cuando alguien no es así, entonces podemos preciarnos de que valió la pena haberlo conocido, de haberlo tratado esporádicamente y de manera directa a través de entrevistas, de escucharlo y de aprender siempre.

Para mí fue un privilegio conocer y conversar en diferentes momentos de su desempeño como servidor público a don Gabriel Covarrubias Ibarra. Curiosamente, nunca cubrí ninguna de las “fuentes” que él encabezó, como fuente asignada: ni la Tesorería del Estado, ni el Congreso de Jalisco, ni el Ayuntamiento de Guadalajara, ni el Comité de Reconstrucción por las Explosiones del 22 de Abril, pero sí lo entrevisté en varias ocasiones, sobre todo cuanto él fue senador de la República y yo era corresponsal de esta casa editorial en la Ciudad de México.

Era un deleite platicar con él. Recuerdo que en varias ocasiones, aunque tampoco tantas, no como me hubiera gustado, me senté junto a él en su asiento en el Senado, cuando la sede estaba en Xicoténcatl. Me daba detalles de los otros senadores, de Irma Serrano, por ejemplo, o de Adolfo Aguilar Zínser. Me compartía anécdotas y rasgos de sus personalidades. Y nos reíamos. Lo mejor con don Gabriel, aun cuando él siempre “daba nota”, eran las conversaciones off the record. Otros colegas no me dejarán mentir.

Muchas veces le dije (como tantas personas) que por qué no se lanzaba como candidato al Gobierno del Estado, pero don Gabriel quería ya dedicarse de lleno a su familia, particularmente quería ejercer como abuelo. Por supuesto que una decisión así es respetable y habla de su calidad humana.

Conocí su forma de trabajar, vi sus resultados y lo admiré por la fuerza de su carácter y su valentía cuando se le plantó a la Federación cuando no estuvo de acuerdo ni con la Comisión Federal de Electricidad ni con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, el Inegi de entonces (faltaban varios años para la autonomía).

Quién sabe qué habría pasado en estos tiempos, pero en su periodo como presidente municipal, negó el permiso para la realización de una marcha gay, con todo el desgaste y “mala publicidad” que una decisión así conlleva.

A don Gabriel le correspondió, como alcalde, organizar y encabezar los festejos por los 450 años de la fundación de Guadalajara. Hace más de 25 años de entonces y todos los reporteros cubrimos algo. Fue una gran fiesta y todas las actividades fueron exitosas, no hubo nada que desentonara.

La verdad es que no encuentro una referencia cuestionable o negativa con respecto a don Gabriel. Era un tipazo y lo recuerdo ahora con todo el cariño que le tengo, porque él se lo ganó. Bueno, una vez lo regañé porque había hecho cita con él para entrevistarlo como presidente del Comité de Reconstrucción y después de una larga espera, decidió recibir primero a una reportera de la Ciudad de México que había llegado después y que ni cita había concertado. Me ofreció disculpas.

Esta responsabilidad, particularmente, fue muy pesada. Había que atender a los verdaderos damnificados y cuidarse de quienes trataban de aprovecharse de las circunstancias. Fue doloroso y desgastante. Duele aún.

En términos de servicio público o de ejercicio de la política, su desempeño fue ejemplar y el reconocimiento que él se ganó, tanto de sus correligionarios como de los partidos entonces de oposición, fue resultado de un trabajo honesto, eficiente, transparente, de servicio, inteligente, de conciliación y de apoyo. Le gustaba desatorar asuntos complicados siempre que fueran a favor de la gente. Amó a Guadalajara como pocos y la defendió incluso contra su propia imagen o los intereses de su partido; supo separar el trabajo partidista del servicio público y el resultado es un personaje único que no hizo sino entregarse y aportar en todas las actividades de su vida, personal o pública.

Descanse en paz Don Gabriel Covarrubias Ibarra, un hombre que sin duda dejó huellas.

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