Ideas

Documentar el optimismo

Parece que los argumentos en favor del optimismo van en contra de las conversaciones cotidianas. Esto se debe a que la discusión de los asuntos públicos en México se centra en el corto plazo, en quiénes tienen la responsabilidad política de administrar los asuntos públicos. Es bueno que esto genere un debate sano, pero al mismo tiempo, con las pasiones de por medio, se van dejando de lado los enfoques de largo plazo. Quizá por eso hay una sensación de pesimismo en muchos y al mismo tiempo optimismo en otros. La visión del futuro pasa por el prisma de la posición política, lo que distorsiona la mirada.

Aquí hay cuatro argumentos para ser mucho más optimistas sobre nuestro futuro como país: la pirámide de la población mexicana indica que en los años siguientes tendremos la mayor cantidad de personas productivas en nuestra historia. Y aunque podemos considerar que el sistema educativo está aún muy rezagado, por primera vez los indicadores muestran un crecimiento real y cualitativo en la escolaridad y una suficiencia en los recursos educativos básicos. Por otra parte, las decenas de millones de personas mexicanas que viven en el exterior están cada vez más preparadas e interactúan firmemente en México en términos sociales y económicos. Con estos elementos, tendremos una oportunidad para convertir a estas generaciones en una creciente clase media y contaremos con un mercado interno robusto.

Aunque los problemas de seguridad que padecemos desde hace décadas se han agudizado, también es cierto que el esfuerzo para construir un sistema policíaco nacional con calidad profesional, que comenzó prácticamente en la década de 1990 con la modernización de la policía federal, y que siguió en medio de enormes vicisitudes en las décadas siguientes, se ha venido consolidando lentamente hasta la formación de la Guardia Nacional. Poco a poco ha venido creciendo el número de policías capacitados en una institución nacional, pasando de los casi 40 mil que tuvo la policía federal en 2018, a los casi 135 mil con los que cuenta la Guardia Nacional, avanzando en la ruta de contar con un cuerpo de 400 mil elementos que es, según las normas de la ONU, el nivel deseable. Ese número de elementos capacitados, equipados y organizados profesionalmente se alcanzará en los siguientes diez años, y será entonces cuando se cuente con el estado de fuerza y la capacidad logística para reducir los problemas de seguridad a asuntos estrictamente policíacos.

La reconfiguración geopolítica en marcha con las tensiones entre Estados Unidos y China y la guerra de Ucrania, llevarán a abrir enormes oportunidades para profundizar la integración económica de América del Norte y a favorecer los vínculos con América Latina. Nuestro país se encamina a ser un centro productor y exportador cada vez más relevante en el mundo. Su posición geográfica, su capacidad interna y la infraestructura en desarrollo le llevarán a recibir cada vez más inversiones de las cadenas de producción regional.

El sistema político mexicano, aun con todos los problemas y vicisitudes por las que ha pasado desde que inició la transición a la democracia, es cada vez más estable. Las luchas políticas están encausadas a las instituciones, que aunque frágiles, se mantienen operando en términos mucho más normalizados que las de sistemas políticos de las naciones emergentes con las que nos podemos comparar.

Tenemos las condiciones demográficas, de desarrollo institucional, económicas y políticas para tener una actitud mucho más segura de nuestro futuro. México será una potencia emergente cada vez más fuerte. Desde que apareció en el año 2009 el libro de George Friedman: “Los próximos 100 años”, en donde predijo que México se convertiría en una potencia emergente, son muchos los estudios que documentan perspectivas positivas. Es también cierto que los desafíos son enormes porque más del 40% de la población vive en la pobreza, porque la delincuencia, la falta de transparencia en la gobernanza, la escasez de trabajadores cualificados, las violaciones de los derechos humanos y la corrupción son impedimentos reales para el desarrollo. Pero quizá por primera vez en la historia estamos en condiciones de decir que sí se puede. Que tendremos la oportunidad en los siguientes 20 años. Muchos tomadores de decisiones en el mundo consideran esta visión. Aquí habrá que argumentar más en favor del optimismo.

luisernestosalomon@gmail.com

Temas

Sigue navegando