Doble víctima
En esta historia hay otro episodio trágico que necesita una explicación de los militares.
En pocas horas Mario G pasó de huir de las amenazas del crimen en Pénjamo, Guanajuato, a intentar secuestrar un avión para desviar el vuelo, y luego a estar postrado en un hospital militar, severamente golpeado y con una fractura en una vértebra.
El pasajero del vuelo 3041 de Volaris Guanajuato-Tijuana fue sometido el domingo por otros viajeros y la tripulación tras amagar a una azafata con un lapicero para intentar desviar el vuelo hacia Estados Unidos en donde pediría asilo político porque recibió amenazas de muerte por parte de criminales.
Después de que el avión aterrizó de emergencia en Guadalajara, elementos de la Guardia Nacional (GN) arrestaron a Mario G para trasladarlo a las instalaciones de la FGR en la ciudad.
Horas después la GN reportó que la patrulla que lo trasladaba había chocado contra una malla ciclónica en Avenida González Gallo debido a que el conductor perdió el control cuando Mario G intentó despojarlo del arma (su mujer señaló que él iba esposado).
El choque se manejó con hermetismo por parte de la autoridad castrense. Debido a que era domingo y los medios trabajan con menos personal, pocos cubrieron el incidente.
Una televisora local llegó cuando Mario ya estaba en el suelo boca abajo, completamente inmóvil (al parecer inconsciente), con la camisa colocada en forma de capucha. En su torso se apreciaban restos de sangre; ningún oficial parecía lesionado.
El detenido fue trasladado al Hospital Militar Regional de Guadalajara a donde es imposible entrar.
Su esposa declaró ayer a un medio nacional: “Supuestamente dicen que él los agredió, yo digo que no los agredió porque está muy golpeado, tiene una fractura, está mal, está hinchado, está raspado, yo no sé qué pasó en ese transcurso. Cuando él bajó del avión estaba bien”.
En grupos policiales circuló el supuesto parte de lesiones que señala traumatismo en cráneo, tórax y abdomen, así como la rotura de una vértebra.
Si uno ve el choque frontal de la patrulla de la GN contra el enmallado resulta inverosímil que sólo Mario G haya tenido estas heridas graves y el resto de custodios salieron ilesos.
A Mario lo acompañaban en el vuelo su esposa y sus dos hijos menores. En mi columna de ayer “El pasajero del vuelo 3041” relaté cómo Mario G y su familia son potenciales víctimas de desplazamiento forzado, un delito de lesa humanidad.
Esta hipótesis se refuerza ante el temor que expresó su esposa tras haber sufrido un secuestro por cuya liberación, según dijo, su marido pagó 150 mil pesos.
El hermetismo de los cuerpos militares encargados de la seguridad pública hace imposible obtener información adicional o comentarios sobre el accidente automovilístico.
Un hombre linchado mediáticamente, acusado de terrorismo y visiblemente alterado parece un candidato ideal de un abuso policial que convertiría a Mario G en una doble víctima.