Dime quién gana y te diré quién juzga
La historia nos lo ha enseñado, ahí está. Muchísimos grandes artistas han quedado en el anonimato sin recibir premios pomposos, sin reconocimientos dorados, sin llenos totales en grandes teatros, sin largos minutos de la sala en pie sin parar de aplaudir. Por el contrario han padecido trabas y más trabas -por ser romántica- de parte de sus “superiores”. Obras riquísimas se han rescatado de casualidad para (ojalá) transformar la historia de la humanidad. Curiosos, estudiosos e historiadores han dedicado siglos para recuperar lo más preciado que el hombre consigue para trascender, el arte. Nos hemos encontrado con prejuicio sus vidas y hemos tratado en vano de meterlas en nuestro propio contexto olvidando que el afán de todos los días de un artista de verdad contempla un momento en particular y cada uno es absolutamente único. Y es que yo para el caso de este particular texto, superficialmente dividiría a grosso modo en dos grupos a los grandes personajes del mundo cultural: artistas y celebridades del arte y encuentro aquí, una de las grandes diferencias en las que se cae fácilmente como espectador, gestor, promotor y por supuesto, autoridad.
Es verdad que algunos de ellos alcanzan a estar en estos dos grupos, pero para ser miembro honorario de ambos, es necesario sustentar una carrera artística absolutamente seria y no hacer alarde de tenerla nada más. Una de las tareas pendientes de nuestras autoridades (que no quiero ser pesimista pero quizá nos van a quedar a deber) es la de empezar a reconocer quiénes tienen esta membresía, quiénes nunca la han tenido, quiénes la tuvieron pero expiró, quiénes la consiguieron falsa y quiénes la merecen pero que por razones variopintas -diría que con la ignorancia basta- no la tienen.
Con todo y que la crisis pandémica vaya que ha ayudado a que se diluyan las malas prácticas públicas en la presente administración en la Secretaría de Cultura, el tiempo va dejando entrever quienes están al mando. El fallo del Premio Jalisco en el “Ámbito Cultural” es una prueba del despropósito de la misma. Las celebridades del arte -a los que les alcanza para media membresía- van dejando su huella implacable en la historia y van volviéndose intocables, les van envolviendo en una especie de burbuja a los que inclusive sus cercanos y ellos mismos dudan conociendo sus límites pero echando mano de sus alcances mediáticos y políticos. Sin embargo los artistas, sabiendo leer mejor que nadie la resistencia, van dejando la suya también. Es increíble que se haya desestimado la labor de una artista de trayectoria impecable que ha trabajado con el más alto rigor, disciplina y honor a la danza, que ha vivido por, es y ha hecho por décadas ésta, su patria. Hay que ver lo que sigue pasando en Jalisco…
¡Qué pena! Siendo tan poderosos, teniendo tanto tiempo, y haciendo tan poco de provecho.
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina